miércoles, noviembre 17, 2010

Dënver – Música, Gramática, Gimnasia




Suele afirmarse que la gracia de la música pop estaría en traspasar una amplia gama de temáticas a través del angosto cuello de la botella y que la canción sería el resultado de ese ejercicio. La música popular, entonces, podría jugar un doble rol: ayudar a mantener modelos sociales en torno a cuestiones tan recurrentes como el amor, la muerte o el sexo, o repensar los modos de acercarnos a estos asuntos mediante cuatro minutos de efectismo radial. Música, gramática, gimnasia”, el nuevo disco del dúo nacional Dënver, es un ejemplo de esta última posibilidad. En el disco hay varias señales de cómo apostar por la estructura pop para contar historias convencionales sin caer el lugar común, desarrollando un lenguaje coherente, que asume sutiles riesgos y que se atreve a dar un giro al tratamiento que hasta ahora se le viene dando a la infinita lista de cuestiones sobre el amor y el mundito interior de los adolescentes.

Sin ir más lejos, al escuchar los segundos iniciales de “Mi primer oro” –la canción que abre el álbum-, la sorpresa ayuda a intuir el resto del nuevo trabajo de Mariana Montenegro y Milton Mahan. En vez de recurrir a un hit inmediato, la dupla presenta otra carnada: un tema de poderosa conjugación electrónica-instrumental, en donde ecos deportivos se mezclan con referencias a un mundo juvenil y dubitativo. Estos son rasgos que aparecen una y otras en el álbum, vertebrando “Música, gramática, gimnasia”. Al mismo tiempo, la apuesta sonora queda definida por la fuerte presencia de arreglos de cuerdas, vientos, programaciones, además de guitarras eléctricas, bajos y baterías, instrumentos que demuestran el evidente crecimiento de Dënver en comparación a su primer disco, “Totoral” (2008).

No obstante, la producción megalómana detrás del regreso de Dënver –que aún no encuentra un correlato en sus presentaciones en vivo- no sería nada sin las buenas ideas que aparecen en canciones como “Olas gigantes”, "Lo que quieras", “Cartagena”, “Los adolescentes” o “Feedback”. Con ellas, la pareja traza una línea en donde aparece la playa como el escenario de la mayoría de sus nuevas ficciones y cuyas anécdotas entrelazadas permiten lecturas paralelas de cada canción.

Hay que agregar que la atinada estructuración de “Música, gramática, gimnasia” se completa cuando el melodrama de Dënver (recuérdese las antiguas “Miedo a toparme contigo”, “Insistes en volver” o “Paraíso de menta” de su debut) es casi borrado con el codo en escenas de inédita lucidez como “Los Bikers”, cuando la metáfora de la sumisión despega como nunca en una canción de Mahan con su idea de “la vida completa en un backflip”. También en “Litoral central”, en donde Mariana Montenegro brilla perversa en su apuesta electrónica sobre el asesinato y la insolencia, entonando con lo bello y lo macabro de su narración. Y ya en el cierre, “En medio de una fiesta” resume todos los talentos del disco en una melodía enorme, que se casa de igual manera con la liberación y el escapismo.

Con “Música, gramática, gimnasia” un nuevo disco pop se edita en Chile y la etiqueta ya comienza a sonar como un patrón que se repite en la mayoría de las llamadas “nuevas voces de la música chilena”. En su justa medida, Dënver aporta a fortalecer la rearticulación del pop nacional, pero en la jugada no hay sólo síntomas de este proceso, sino un intento bien logrado de ampliar las temáticas, introducir nuevas historias y construir un camino propio al interior la monótona canción popular que se edita actualmente en el país.

Esta crítica fue publicada en Paniko.cl


SIGA LEYENDO

martes, octubre 05, 2010

Javiera Mena - Mena


El pop y el amor. No existe un tópico más manoseado a la hora de escribir tres minutos de efectismo radial que el amor y Javiera Mena no rompe ni intenta quebrar esa regla. Al contrario, en “Mena” la cantante prefiere escribir un disco corto, de tan sólo nueve canciones, para parasitar del amor durante un poco más de media hora. En ese ejercicio, la intérprete de “Hasta la verdad” despliega un aparente arsenal de producción electrónica, acompañado de un relato que la confirma como una adicta al lugar común del corazón roto y el placer adolescente.

Basta decir que “Mena” es un disco cebolla para resumir lo anterior. Sería interesante graficar el número de veces que las palabras amor, estrella, luz, sufrir y verdad se repiten, para asimilar el álbum en su naturaleza melodramática, llorona y digna de un arrebato de quinceañera. Al mismo tiempo, al estar dirigidas a un tú imaginario, las canciones parecen cartas de una heroína que se inventó un escenario galáctico-cursi para temas como “Primera estrella” o “Luz de piedra de luna”. La utilización de ese lenguaje funciona en dos dimensiones: por un lado, ubica a Javiera Mena al límite del cliché; pero por otro, define su estilo sin medias tintas. Por eso, si en “Esquemas Juveniles” (2006) parecía en apariencia alejada de otras solistas, con esta nueva producción la cantante opta por jugar sin remordimientos a ser una superestrella pop.

Algunos ejemplos aparecen en “No te cuesta nada” y “Sufrir”, dos de las canciones más lacrimosas del álbum. En la primera, el tono balada sirve para rogar al ser amado que defina sus emociones. “Palabras / que nos cambian la vida/ un sólo verso / y me cambia el sentimiento /de lo que significan” declara la cantante, acompañada de arreglos dramáticos que recuerdan a los clásicos de la radiofonía AM. En este mismo corte, Javiera Mena recurre a unos “así, así”, muletillas que vuelve a ocupar en “Sufrir”, esta vez con una intención aún más audaz con ese “así, así, así, let’s do it”. De hecho, es en el dúo con Jens Lekman cuando la chilena toca la cumbre del sentimentalismo de teleserie al inventarse figuras tipo “yo detecto que eres de platino”, para seguir con Porque ahora que lo pienso la verdad es así/ es difícil aceptar que hay que pasar por sufrir.

Hasta aquí, la actual Javiera Mena queda reducida a una copia extendida de su versión de Daniela Romo, “Yo no te pido la luna”. Es cierto que su pop electrónico carece de matices a lo largo de este nuevo disco, pero lo peligroso sería considerar que Mena sucumbió ante los modelos de escritura sobre las anécdotas amorosas. Y ahí sí que cuesta obviar que la cantante se compró la lógica exitista del amor, si pensamos que gran parte del álbum funciona según la idea de la conquista o la pérdida de un otro. Se tiene o se carece del ser querido y las canciones lo aplican a rajatabla. Sin embargo, cortes como “Ahondar en ti”, “Acá entera” o “Un audífono tú, un audífono yo” apuestan por narrar el amor desde sutiles divergencias, como aceptar la imposibilidad de retener al acompañante o el término de una relación. Esos son los únicos minutos en los que la placa se desvía (en una curva minúscula) del camino fácil elegido por su autora.

Mientras, todas las ficciones amorosas de “Mena” son expuestas en un formato de canción pop tradicional, que no olvida la importancia de los estribillos bien ubicados y en donde los arreglos de percusiones, sintetizadores y cuerdas confirman una y otra vez que cada canción fue diseñada para funcionar como un hit. Javiera Mena se fue a la segura y no le movió un pelo al estilo, considerando que todos los temas son inmediatos y destinados a dominar (según corresponda) las fiestas o el romance de sus seguidores. Ante eso, sólo queda agregar que la fórmula se repite con gracia y evidente solidez.

Por otro lado, no deja de ser hilarante que la producción del álbum siempre se subraye en las reseñas periodísticas aparecidas hasta ahora, como si se tratara de un trabajo mayor o por sobre la media de lo que en pleno 2010 y después de cuatro años de elaboración se pudiera alcanzar en Chile. Al margen de la discusión sobre “Mena”, la calificación del sonido de este álbum como de nivel internacional, o superior al oído de los chilenos, resulta asquerosamente arribista y pretencioso.

Después de meses de estrenos discográficos de músicos chilenos que prefieren la etiqueta “pop”, Javiera Mena se atrevió a ser la primera en escribir un álbum que cumple con todos los requisitos del género: estructuras sonoras directas, imposibles de no digerir, acompañadas de letras que exprimen la idea del amor y que deben funcionar en todos los segmentos de audiencia. Es el disco superventas anhelado, el negocio redondo, pero también el estreno que más censura el contrapunto musical y la oportunidad de ampliar el lenguaje sobre la temática, cuestión que aquí se aborda con total pasividad, pese a que la factura del resultado final insinúe lo contrario.

SIGA LEYENDO

viernes, agosto 13, 2010

El cuestionario para Fakuta


Sin muchas presentaciones, Fakuta (la de la foto) cuenta la firme:

¿De dónde sale ese nick: Fakuta?

Sale de una broma fome de cuarto medio. Unas palabras que inventamos con unas amigas y esta la usé para siempre de nick. Sabía que debía significar algo en algún idioma, pero nunca caché, hasta que este año me hice amiga de un nigeriano de apellido Fakuta por facebook que me contó que era una tribu y que el significado de la palabra en su idioma era “Un año en el vientre materno”. Bacán.

¿Siempre te interesó hacer canciones como las que estás haciendo ahora? Te pregunto porque pudiste haber comenzado tocando hace rato, pero se te vio primero en el Banco Mundial o junto a la Dadalú, no sola al tiro...

Me interesa abarcar la música en todas las formas posibles, siempre he ido probando, pero la canción es el formato que más me acomoda. Cuando era chica las hacía, pero no me atrevía a mostrarlas, luego estuve en varios grupos donde la composición era más grupal. Tuve que darme una larga vuelta hasta que al final necesité encontrar mi propio sonido y las canciones empezaron a salir solas otra vez.
Han sido súper importantes para mí los procesos que he vivido y la gente con que he tocado. Pasé por la música clásica, el rock, la experimentación y la improvisación antes de decidir hacer pop, lo que para algunos puede sonar muy simple. Incluso creo que la música que hago ahora la podría haber disfrutado demasiado a los 11 años, pero no la podría haber hecho a esa edad.

Tienes un rollo ultra rastreable con la música, y no en un sentido melómano. Siempre hablas de la música como fuente de inspiración para tu propia obra, como una especie de espiritualidad musical que te lleva a hacer canciones. ¿Cómo es ese proceso? ¿Sólo te inspiras en creaciones musicales para componer?

Creo que sí, más que cualquier otro arte o vivencia, la música ha sido la prioridad desde que tengo memoria, como una compañera. Me siento segura haciéndola, pero le tengo respeto. Por ejemplo, no hago una canción diaria para nada. Empiezo melodías y busco el lugar perfecto donde acomodarlas y eso puede tomar años, como otras salen en tiempo real, casi. Puede que tenga una visión demasiado purista, en el sentido que no busco referencias para hacer las canciones. O sea, claro que se deben parecer a todas las cosas que he escuchado en la vida, pero no me gusta obedecer a estilos. Siempre es una idea musical la que persigo. No soy muy cantautoril, en el sentido de que contar la historia viene casi al final; después de que encontré la emoción que quiero expresar con las notas perfectas, se me ocurre qué decir.

En general, el músico chileno asume la música como una especie de don divino que le baja y existe. Parece que nadie se lo toma como un trabajo, ni menos como una producción que indiscutiblemente tiene un discurso detrás. ¿Cómo te ubicas en el terreno de cantante pop: simplemente haces canciones o te interesa asumir la obra como forma y fondo?

Creo que el músico chileno que hace pop de manera independiente hace tiempo que está asumiendo más responsabilidad con su producción. Yo de partida me lo tuve que plantear así para que resultara, como por una experiencia de que si no piensas en cada detalle todo puede salir mal. Perdí la fe hace rato, no creo en dones divinos así que el trabajo es la única opción restante. Pero no podría asegurar que domino el fondo de mi obra de manera conceptual, la forma sí. Lo del fondo debe ser un proceso de descubrimiento y de muchos años, al menos así lo veo.

En ese sentido, sacar un disco podría ser: a) un paso necesario para completar el camino lógico de novata, b) un modo de presentarte ante el panorama de la música chilena desde un lugar específico. ¿Cómo crees que se complementan a) y b) en tu caso?

Junto a Michita Rex, creo que ha tomado más esa intención de presentarse ante el mundo desde un lugar específico, en este caso creo que sería desde la independencia musical del pop en Chile. Frente a la escena no me siento novata, pero sí como con mi propio trabajo. Lo de sacar un disco es como archivar una etapa y poder así comenzar la siguiente. Bueno y el complemento, no sé, creo que la clave para esta pregunta es Michita Rex.

¿Cuáles son las partes fundamentales que debe tener un disco debut?

No creo que deba tener partes establecidas. En general sí encuentro que los discos debuts de las bandas son como compilaciones de los primeros temas que sin tanto nexo conceptual entre sí. Y creo que mi disco cumplirá con eso, jaja.

¿Te ves en el Festival del Huaso de Olmué gritando que Piñera es el demonio y sacando un disco con un sello tan oficialista como la SCD? (Ojo, no sé si se entiende el sarcasmo)
JAJAJA, pucha yo tengo máxima depresión por estas temáticas. Hablar de Piñera hace que me duela automáticamente la guata, cosa que no quiere decir que vaya a hacer actos de protesta populistas. Soy tímida. Pero si mi depresión aumenta, en el futuro me podrían ver cometer actos terroristas, eso sí.




Este 2010 es el año del pop en Chile. El año pasado fue el de la guitarra y la fogata. ¿Te parece que el giro fue natural o piensas que es parte de algún proceso que está “rearticulando” el pop en nacional?

Puede ser y ojalá! Los pop han sido los menos históricamente. Y desde hace años que veo como cada vez la gente pierde el miedo a hacer pop o a escucharlo. Y lo importante es eso, poder estar abierto de mente para no gustar sólo de un estilo de música, superar el trauma de ser del Colo-Colo o de la U, lo que pasa en esta sociedad en todo orden de cosas.

Sacaste “Amar y desarmar” del myspace porque no querías que la gente pensara que tu disco estará enfocado 100% en el amor. ¿Cómo logras que en tus canciones pop no aparezcan los lugares comunes de los relatos amorosos?

Me he enamorado y me he sentido demasiado mal, como en “Armar y Desarmar”. Pero también me pasan otras cosas, le pasan otras cosas a mis amigos. Igual en el disco hay harto amor, jaja, pero aparece en distintas modalidades. En verdad lo que me gusta es hablar sobre los seres vivos.

Sobre lo del amor y el pop, “Virreinatos” es una metralleta de metáforas sobre los sentimientos o las relaciones interpersonales sin una gota de cursilería. Cuéntanos cómo llegaste a esa idea.

Esa se trata sobre Morir. Es como terrible, porque justo la hice a comienzos de año y la toqué en vivo por primera vez en Concepción una semana justa antes del terremoto. Bueno, se trata sobre esa gente que se muere y que pueden ser personas de tu edad, que vivieron cosas parecidas a ti, que siempre las tuviste cerca y quizás siempre pensaste en porqué no eran amigos, y quizás confiaste en que lo serían algún día.

¿Qué es la vida animal?

La vida animal es a lo que deberíamos volver para no tener estos problemas bobos que nos hacen ahogarnos en vasos de agua, los problemas que provoca vanidad humana.

BONUS: ¡Ping Pong para reforzar el pensamiento binario!
-Elige una de las opciones de cada pregunta.
-Si optas por más de una (o por ninguna), debes justificar

¿Lady Gaga o Beyoncé?
Beyoncé, Lady Gaga me cae bien, pero Beyoncé no es de esta tierra.

¿Super45.net o Taringa.net?
Taringa es mucho más útil.

¿Descarga gratuita o CD de plástico?
Descarga gratuita

¿Off the wall o Thriller?
Thriller es Obra Maestra.

¿Pitillo o pantalón nevado?
Falda mini de mezclilla nevada y botas rojas con flequitos + cinturón.

¿Manuel García o Chinoy?
Chinoy, me hace recordar lo mejor del grunge.

¿Bar Uno o Cellar?
No es por menospreciar a Cellar, pero el Bar Uno marcó una época.

SIGA LEYENDO

viernes, julio 16, 2010

Creció Dënver

SIGA LEYENDO

viernes, julio 09, 2010

1995 y el pop chileno de otro tiempo

La Ley - El duelo (Invisible, 1995)



Christianes - Mírame sólo una vez (Ultrasol, 1995)



Nicole - Esperando Nada (single de 1995)

SIGA LEYENDO

miércoles, junio 30, 2010

El sueño de la casa propia - Historial de caídas

La música popular chilena, dominada por la incansable guitarra tradicional y la cómoda figura del solista, parece estar cruzando la avenida de la recuperación folclórica para coquetear con el pop. El sueño de la casa propia –alias de José Manuel Cerda– edita Historial de caídas para debutar como proyecto electrónico en este nuevo panorama, desafiando la idea mal parida sobre los músicos electrónicos en Chile y proponiendo un nuevo modo de acercamiento a la música popular contemporánea. Si es recurrente encontrarnos con descripciones técnicas, frías y ridículamente embobadas con el mito de la electrónica como sinónimo de máquinas y cables, El Sueño de la Casa Propia se luce por reflejar todo lo contrario en su primer disco oficial.

Formado por diez cortes que en total no sobrepasan los cuarenta minutos, Historial de caídas saca provecho de la programación y el sampleo para armar un mapa sonoro diverso, cuyas direcciones se pueden apreciar en distintos niveles. Desde el inicio tribal de “En mangas de camisa” hasta el oasis postrock de “Cortina de humo”, el álbum se nutre de recortes y fragmentos que ayudan a completar canciones de estribillos inexistentes. Este modelo aparece con éxito en “A la velocidad del amor”, “Voluntad de oro” y “Sosiégate”, temas herederos del pop actual y cumbres del sonido que El sueño de Casa Propia eligió para presentarse en sociedad. Al margen de uno que otro paso en falso –“Amarillo crepúsculo” o “Puertas adentro”, por ejemplo–, Historial de caídas también resalta por un logrado equilibrio en el ánimo del disco; siempre en alza, las diez canciones invitan disfrutar de una electrónica chispeante, que simula con gracia la carencia de lo orgánico y que traspasa emotividad.

En este sentido, lo que se observa que está creciendo en el proyecto de José Manuel Cerda es la base para un futuro lenguaje personal, que recoge, desarma y tritura otros modos de expresión en la búsqueda del pop. En el proceso, el músico electrónico juega con las estructuras y las manipula, dejando ver en ese gesto la necesidad de un cambio en la idea típica de solista pop que conocemos. Corriendo el riesgo, El Sueño de la Casa Propia se distancia de los nuevos compositores que están comenzando a florecer, instalándose con un álbum entrañable y corajudo.

Los méritos de Historial de caídas están en comprender que el formato de la canción popular no siempre depende del alcance de un coro bien ubicado o de una superproducción efectista con ínfulas de hit. El acierto del primer disco de El Sueño de la Casa Propia está en proponer una lectura personal al estilo, despeinando con ese movimiento al nuevo escenario pop que se está rearticulando en el país.

(También publicado acá)

SIGA LEYENDO

jueves, junio 17, 2010

Tv Gamma: otro intento más de chilenos por parecer vanguardistas

Para que después digamos que el colonialismo es cosa del pasado:

SIGA LEYENDO

lunes, junio 07, 2010

Odisea - Odisea

Alex Anwandter rompió el cascarón. Eso es lo único atractivo detrás de Odisea, su debut sin Teleradio Donoso. El disco representa el interesante cambio de un autor que parecía muy cómodo en la fórmula del pop romántico y la guitarra tradicional y que ahora dice moverse como pez en al agua con la electrónica y el uso de las máquinas. Es el despertar del niño raro que siente el pico del demonio en la oreja, como se escucha al final del álbum. Por eso, si algo tiene de sorprendente “Odisea” es que aleja a Anwandter del andar cansino de su generación (casi siempre entrampada por años en la creación de un primer disco), y de paso no siembra dudas sobre su talento para elaborar canciones, porque en poco menos de un año fue capaz de desvestirse de su banda anterior para armarse un caricatura nueva. Eso es indiscutible. Lo interesante es pensar cuál es el sujeto que ha emergido durante este tiempo, cuáles son los temas en que se ha obsesionado y cómo los traspasó a letra y música.

En ese sentido hay mucho paño que cortar. Por ejemplo, el sonido que se sintetiza en “Cabros” es la señal clara y bien pensada del primer single de todo buen popero: electrónica que invita al baile más manipulación de sonidos y estribillos bien colocados. Muchos dirán que en Teleradio Donoso también habían de esos ingredientes, pero es ahora cuando Anwandter los ha llevado a un límite que depende de su creación individual: “Odisea” es un trabajo autista, armado de diez canciones híper producidas, todas escritas y operadas por el cantante. De hecho, en la información que está llegando a prensa ese es el factor que más se destaca: el don de Anwandter para sostener por sí mismo extensos cincuenta minutos. Al margen de ese detalle –no menor-, “Odisea” está marcado por la electrónica bailable, el funk, el soul y en general el sonido del pop contemporáneo revestido de vintage. En paralelo, si pensamos otra vez en “Cabros”, las letras del cantante han saltado de la voz que describía las relaciones hombre-mujer (Teleradio Donoso siempre se vendió como una banda heterosexual) al autor que se ubica en un espacio determinado y que nos quiere contar algo que sobrepasa la anécdota dramática.

Alex Anwandter se atrevió con “Cabros” a publicar una canción que en apariencia llora la soledad y que llamaría a la creación artística, pero en la que además hay magníficos detalles que transparentan la personalidad del resto del álbum y el temperamento de su autor. “Cabros, amigos, ¿adónde están?” se pregunta Anwandter en los primeros segundos, para después contestar y autodefinirse como un personaje clave de una nueva historia -¿la de la música chilena actual?- cuando se jacta de “quedamos dos y éramos veinte”. La melancolía por las amistades perdidas, entonces, es falsa y más se acerca a la burla de aquel que superó al grupito de origen para preguntar con petulancia dónde quedó el resto que supuestamente era tan parecido a él. La doble intencionalidad de “Cabros” se esconde en una estructura musical perfecta, un hit deliberado y efectista. Al mismo tiempo, el single también saca a relucir el eje temático de “Odisea”: la ciudad. La referencia alcanza un clímax desconcertante cuando el autor grita a todo pulmón: “Amigo, adónde estás/ aquí ya no doy más/Mientras vuelves hacemos temas ¡prendamos fuego a La Moneda!”. Hasta la fecha, Anwandter es uno de los pocos solistas chilenos –quizás el único en las arenas del pop- que se atreve a manosear una imagen transcendental en la historia política del país, acercándose a la idea de la destrucción como paso necesario para la creación musical. A fin de cuentas, destruir para crear, abolir para emerger. Pero bajo qué lógica. ¿Cuál es la militancia de Anwandter que cree que hay prenderle fuego a La Moneda para traer el progreso?

Como es lógico, en el resto del álbum abundan metáforas sobre la ciudad y sus habitantes. Y el tono es tan contemplativo como quejón; hay lugar para un supuesto análisis sobre el escenario urbano (“Casa latina”), pero también para el grito hacia esa caja de resonancia y de caos que sería el exterior (“Batalla de Santiago”). Esto se escucha clarito en “Nuestra casa de violencia”, con su título evidente y el lamento de Anwandter que casi llora porque cada día se vuelve más violento al despertar. También aparece en “Juventud”, canción en donde el delirio persecutorio crece al nivel de los periodistas de programas como Contacto o En la Mira con los gritos de “¡Mañana! ¡Usted será asesinado!”. Lo mismo ocurre en una balada que podría pasar colada, como “Los gatitos hermanos ¿se reconocen después de años?”, pero que esconde la pregunta clave: “¿Podrás avanzar si Chile te prohíbe / siempre ser el ser sufriente que te gusta ser hoy?”. Otra vez, Anwandter no se anda con niñerías cuando intenta meter el gol del autor con visión de mundo. La referencia a Chile no es soterrada, es frontal, pero también es hipócrita, pues intenta armar a toda costa la personalidad de ese protagonista maldito que hoy está más cerca del llanto que del baile. ¿No era ésa la dicotomía favorita de Anwandter?

Todas esas señales arman un hilo conductor que define la estructura de “Odisea”: un disco alienado en su mismo reproche, obsoleto en la fingida novedad de empecinarse en criticar la ciudad desde un punto de vista individualista y además pasivo, en tanto siempre se trata del lloriqueo de un sujeto que se siente atacado por la otredad (la gente, la ciudad, los autos, la vida maquinal que describe en “Una nueva vida”). La pregunta cae de cajón, entonces: ¿De verdad un autor arriesgado puede acercarse a la idea de cuidad de este modo tan reduccionista? Como pocos, Anwandter y este alías Odisea es la representación de un cinismo atractivo y convincente en su formato pop, pero enraizado en una discursividad decadente, conservadora, plana y totalmente hipnotizada por ese relato añejo que habla de la ciudad como la selva de cemento en donde sólo sobrevive el más fuerte.

Finalmente, el pop que se está editando en Chile encuentra en Odisea un ejemplo paradigmático. Por una parte, el sonido es la acumulación de recursos sonoros oídos y recontraoídos, un vintage remasterizado que en sí mismo no representa una revolución ni un ejercicio de producción que supere la pirotecnia. Por otro, el discurso juguetea con temas “distintos” o “poco convencionales” si pensamos que la tradición pop está dominada por los mitos del amor y los versos terminados en tú y yo. Sin embargo, en el caso de Alex Andwanter y su manía por hablar de la ciudad y las calles, lo que se cuenta en “Odisea” no es más que la visión particularmente centralizada de un sujeto que no conoce más allá de las Essos y que reduce la ciudad a los bocinazos, los gritos, la bulla, el gentío, la barbarie. Como una y otra vez se escucha en el disco, Santiago – porque no existe otro lugar geográfico en la mente del autor- es ese basurero maldito en donde ocurren los peores acontecimientos de la humanidad. Ese es el nivel, es esa la mirada que se vende en apariencia asociada con el contexto, idealmente comprometida con una realidad específica, pero que no rompe la frontera del arrebato de un urbanita vago que se queja una y otra vez de lo macabro del sistema, pero que se baña feliz en sus piscinas de metadona y que para no parecer desencantado se declara un amante de la ciudad como escenario y circuito: “Nuestra casa de violencia, cosa más hermosa”, finaliza. En resumen: la vuelta de chaqueta en estado puro y duro.

Esa ambivalencia de Alex Andwanter es la demostración del discurso absurdo y barato tras “Odisea”. Lo que resta es observar como el disco podrá definir a una nueva generación de autores que sin importar el lugar de producción –apoyado o no por Oveja Negra, que si regala o no el disco por Internet- está trabajando por agregar uno que otro ladrillo a la fachada pobre y sin fundamentos que es el pop chileno. El punto es, ¿es este el discurso que estamos buscando cuando hablamos de pop nacional? ¿Son estas las temáticas y los creadores que estamos fomentando cuando exigimos que la guitarra y la fogata cedan espacio a otro tipo de manifestaciones? El panorama no se ve para nada esperanzador, a menos que aceptemos que lo que se viene es fiesta, es multicolor, es el cambio de apariencia –el mismo que sufre Andwanter al pasar del nerd que tenía que fingir en Teleradio Donoso, al andrógino con pantalones nevados de Odisea-, es el éxtasis que dura un par de minutos, pero que sigue siendo un terreno sin discursos potentes ni creadores que logren sostener obras musicales coherentes con lo que supuestamente desean comunicar.

SIGA LEYENDO

lunes, mayo 10, 2010

Al principio el video lo tiene todo para ser odiable, pero después no. HIT HIT HIT HIT HIT

El Sueño de la Casa Propia "Voluntad de oro" from simpletv.cl on Vimeo.

SIGA LEYENDO

lunes, mayo 03, 2010

Crítica de discos

Las siguientes críticas se escribieron pensando en el número de abril de una columna sobre discos chilenos para Zona de Contacto. Como cerraron la página, yo las publico aquí.


Niña con Frenillos – Pijama Party Style


Como su nombre lo indica, “Pijama Party Style” es una especie de presentación juvenil de un grupo interesado en carretear, gritar y simular hacer rock. Las integrantes de Niña con Frenillos lo han declarado varias veces: su intensión no es demostrar “calidad” musical, sino que pasarla bien. Eso en el disco queda clarísimo, debido a que en esta media hora no se escucha a una banda capacitada para la creación de estructuras sobresalientes, ni menos canciones medianamente bien concretadas.

“Pijama Party Style” se ha vendido como desinteresado por los estilos, pero gracias al ON FIRE! que gritan en los primeros minutos nos enteramos que en el disco sólo se van a escuchar guitarras distorsionadas y gritos, gritos, gritos. Es importante insistir en eso de los gritos, pues Niña con Frenillos piensa que de ese modo se actúa el rock hecho por mujeres. Sin embargo, más allá de esos tics ultra forzados, “Pijama Party Style” deja ver al cuarteto como un grupito de voces con algo de desfachatez (como se podría pensar si se escucha “La Gruv”), pero que se inclina una y otra vez por el sentimentalismo de diario de vida. En “Kudai”, “Tú y yo”, “Señorita”, “Worse” o “Cancelme”, la banda se rinde ante los grandes clichés de la música popular: el amor, y las relaciones interpersonales…Y se acabo, hasta ahí llega su creatividad poética.

Pese a todo eso, en el disco hay otra canción que define muy bien a Niña con Frenillos. Se trata de “Mall”, en donde cantan: “Yo quiero una guitarra que no sea de fogata/ que se amarre con corbata/ y sea cara, cara, cara (…) Y yo quiero una polera de multitienda/ y yo quiero una chaqueta de cuero dorada/ y yo quiero un collar fluor (…) Y yo quiero que un Dj destacado organice mi fiesta/ y yo quiero ser cool”. Obviamente, la letra funciona como un chiste sobre “la escena rock” chilena, pero también como una señal de la personalidad caprichosa de las integrantes de Niña con Frenillos. Sus seguidores, sus productores, ellas mismas, podrán llamar a eso honestidad. Otros, podrían clasificarlas de primaras, básicas, incluso irrelevantes, pero bien sabemos que nada en esta banda –ni en ninguna otra- es inocente.

Empecinadas por parecer alocadas y súper desinteresadas de todo, Niña con Frenillos optó por disfrazar su pop gritón con distorciones y un huracán de chillidos insoportables. El resultado sólo las confirma como un cuarteto a la deriva, sin rumbo, totalmente perdidas en un mundito pequeñito de guitarras y copete.

Deplasticoverde – Ep
Otra voz femenina que editó hace unas semanas su primer ep descargable es Deplasticoverde o Carolina Espinoza, según convenga. Con su guitarra como eje principal, la cantante ha liberado un álbum de poca gracia sonora, más bien precario en cuanto al desarrollo de cada una de sus ocho canciones, pero que brilla por su poesía pop. En los veinte minutos que dura el disco, los versos presentan sin medias tintas a una personalidad juvenil y perdedora, en el que las baladas derrochan creatividad y en donde no existe un interés por demostrar lo acomplejado de un mundo interior lleno de recovecos sentimentales, manía recurrente en la tradición local.

Por el contrario, Deplasticoverde utiliza versos simples para iniciar a los oyentes en su mundo sencillo, como bien se escucha en “Todo el tiempo”, canción cuyo único pecado es sonar demasiado cercana a la época “5x5” de Gepe (cantando sin pronunciar las últimas sílabas y todo). El gusto por las historias mínimas recorre el resto de la producción, alcanzando una cumbre sobresaliente en “Tarea de inglés”, cuando recurre a ese idioma para describir lo monótono y lo cotidiano; “Graduación”, momento en que se queja con maestría de lo patético de ciertas costumbres sociales y “Falta”, hit lésbico cuya letra y música arman un pequeño himno pop.

Aprovechando el formato de la canción popular para hablar del reverso de “lo normal” y “lo correcto”, Deplasticoverde debuta en el cada vez más amplio grupo de voces editadas a través de Internet, logrando sobresalir no por una gran producción, sino por una rebeldía explícita, casi natural. Sus letras está marcadas por la subversión y ese es un rasgo que pocas de sus compañeras pueden presumir.

QuieroStar – “Amistades pasajeras”

Contando la historia de personajes frívolos –una prostituta de capa caída han declarado-, QuieroStar publica “Amistades pasajeras” para confundirnos con un disco de electropop que juega con conceptos en apariencia opuestos: la búsqueda por la liberación de una sociedad repugnante y el compromiso con la superficialidad de la fiesta top. ¿Cómo puede un grupo jugársela por imaginar el mundo sin ideales ni pasado, pero al mismo tiempo desear una sociedad más libre? Sofía Oportot, Raúl Durán (o DJ Exxtralarge) y Arturo Saray (conocido como Mr. Monster) construyen su propia respuesta con un álbum que no conoce de pausas, en donde no hay lugar para las baladas, proponiendo un viaje a las miserias del día a día. En ese proyecto, catalogan la superficialidad como paraíso, pero también reconocen que allí se esconde la peor de las dictaduras.

En la canción que abre el disco, “Luces de neón”, advierten que todo placer es una transacción. En “Control Sexual” y “Programada” se declaran manejados por la televisión y la propaganda; en “Rayos X” alucinan con la posibilidad de manipular el cuerpo y el sexo de los otros. Estos fragmentos sirven para construir ese escenario urbano y asquerosamente elegante del que QuieroStar se nutre. Por otro lado, “Joyas”, “Panamérica” –en donde suman la voz española de La Prohibida-, su particular versión de “Vamos a la playa” y “Dictador disco” son un quiebre: con ellas buscan escapar de aquellos personajes que simulan vivir fuera del sistema, pero que en realidad están atrapados por la dependencia a la pista de baile, la moda y el goce precoz (véase Niña con Frenillos).

El logro de “Amistades Pasajeras” está en reclamar sobre este modelo de vida sin recurrir a quejas OBVIAS en contra de productos como Yingo, SQP, Informe Especial, las discotecas, los bares, etc. Al contrario, la banda juega con la posibilidad de encontrar placer en esos objetos de deseo, como si se trataran de dosis necesarias para alcanzar un grado de lucidez. En ese sentido, QuieroStar escarba entre la basura, no le teme a ensuciarse ni muchos menos a contagiarse con esas “chatarras” que muchos dicen no consumir.

Interesante es que “Amistades Pasajeras” llegue hasta esta columna un mes después de “Tire y Empuje” de Miss Garrison. A diferencia de ese otro “power trío”, QuieroStar se ubican en un terreno más oscuro y menos evidente en su utilización del lenguaje –en sus once canciones no se escucha hablar de penetraciones, ni drogas, ni tanto escándalo con jadeos maqueteados-, despachando una visión crítica de la ciudad y el consumo mucho más poderosa. Es cierto que como producción el debut de QuieroStar no alcanza altos niveles de sofisticación; sin embargo, bajo las capas de estuco y maquillaje –tan exagerados como la portada del álbum- se esconde una reflexión sobre el orden social pocas veces escuchada en nuestro pop para discotecas.

La Reina Morsa – Fiesta Pequeña

En nuestro panorama musical “independiente”, tan chiquitito y tan pobre, La Reina Morsa ha ganado poco a poco algunos espacios de difusión, básicamente por estar apoyados por Cazador, el sello detrás de Fother Muckers y Los Mil Jinetes. Es más, la banda se ha hecho de un pequeño nombre entre algunas páginas, pero sin contar con un disco oficial editado. Por ejemplo, aquí estamos hablando de ellos sin tener mucho en que fijarnos ni sorprendernos.

Lo único que se conoce de La Reina Morsa (trío formado por Victoria Cordero, Juan Fernando Rubilar y Leo Saavedra, miembro también de Primavera de Praga) es este ep de tres canciones, titulado “Fiesta Pequeña”, que no supera los once minutos y que se supone que es un aperitivo para un futuro gran estreno. Sobre su sonido se sabe del gusto de la banda por la mandolina y que están muy interesados en jugar con el pop, pero con guitarras y uno que otro arreglo en percusiones. Nada más.

Los temas que arman el disco -“Fiesta Pequeña”, “Navegar” y “La estufa”-, son canciones minúsculas, estructuradas a partir de voces que no conocen más allá de la primera persona y cuyas metáforas sobre los animales y las verduras están muy vistas y muy oídas (desde Mazapán hasta Dënver). Salvo en “Navegar” donde se asoma una leve –muy leve- melancolía sobre lo rancio de la ciudad, el resto del ep no sobrepasa la anécdota infantil.

Liberado hace un buen tiempo en la web de Cazador, “Fiesta Pequeña” funciona para presentar el espíritu imberbe de La Reina Morsa, banda qye alucina con los ejemplos más bucólicos del “folk” gringo de la última década, pero que no cuenta con recursos para armarse un imaginario propio, fortaleza que sí han sabido pulir sus otros compañeros de sello. En ese sentido, la publicación de este ep no tiene pinta de gran estrategia para que conozcamos a unos novatos, sino que más bien parece un lanzamiento al voleo de un archivo cualquiera.

SIGA LEYENDO

martes, abril 06, 2010

No vamos a dejar que Pedropiedra nos haga perder el tiempo

Pedropiedra + Sebastián Silva from Zona de Contacto on Vimeo.

SIGA LEYENDO

miércoles, marzo 31, 2010

El Mapa 119: Especial Marcelo Ezquiaga en Chile




El Mapa
lleva muerto un buen tiempo, pero Marcelo Ezquiaga vino a Chile y esto ameritaba un capítulo especial. Lo que sigue es una pequeña entrevista + canciones en vivo, todo registrado gracias a Javier Barría.

Se puede escuchar acá directo:




Y también lo pueden descargar acá // Gracias unaRadio!

SIGA LEYENDO