miércoles, marzo 30, 2011

Viajes, música y experiencia según Javier Barría & Marcelo Ezquiaga

Foto: Marcelo Ezquiaga y Javier Barría




La grabadora registra, se proponen algunos temas, pero la entrevista la hacen ellos. Son el chileno Javier Barría y el argentino Marcelo Ezquiaga, voces que durante la semana pasada volvieron a girar por Chile, compartiendo fechas en Santiago, Talca y Chillán. El primero aporta la guitarra y el repertorio de “El diminutivo del frío”, su quinceavo disco, mientras que el segundo se hace cargo del piano y las nuevas composiciones de “Hombre Golpe”, su último trabajo. Juntos se potencian en sus presentaciones en vivo, comparten las canciones y colaboran para mantener la música en la ruta.

“La primera fecha juntos la hicimos en Buenos Aires a fines de 2009. Ya ha pasado un año y medio”, recuerda Javier Barría. “Después siguió en Chile, pero con el tema del terremoto tuvimos que esperar, pero vine igual. Luego, continuamos en Argentina, cuando le pusimos el nombre de Gira Trasandina. ¡Hicimos 13 fechas en 20 días!” agrega Marcelo Ezquiaga.

- ¿Cómo recuerdan este tiempo de colaboración y de comunicación sobre todo?

Marcelo: Cuando escucho un tema de Javier me recuerdo de toda la gira anterior y es bastante inspirador. Se trata de aprender cómo trabaja él la composición, porque cuando conoces las canciones te vas metiendo adentro.

Javier: Sí, ambos nos mostramos mutuamente los demos y los avances de nuestros discos nuevos, incluso sin letra.

- ¿Cómo fue ese traspaso, ese compartir opiniones?

Javier: Es que Marcelo me dio muy buenas recomendaciones en cuanto a sonido, porque estaba haciendo solo la mezcla de “El diminutivo del frío”. Después yo le sugerí unas guitarras para su disco y le dije un tema que me gustaba mucho, pero que no quedó en el disco. Ese nivel de confianza, compartiendo los demos, que es algo que no hago con muchos amigos músicos. Soy súper receloso con las canciones antes de terminarlas.

Marcelo: En mi caso también, pero aparte de eso, lo que está bueno de todo esto es meter un poco de bulla en el país de al lado, porque es una posibilidad de tocar más. Que sea Javier con quien comparta las fechas me sirve para darme cuenta de que él es un músico muy respetado acá, que no es cualquiera. Trato de cumplir ese papel también cuando Javier viaja a Argentina.

- Eso de estar siempre viajando, el estar constantemente en gira, qué significa para ustedes en el proceso de creación.

Javier: Para mí es muy importante porque es mi trabajo, sin eso no puedo sostener mi vida. Y también es un modo de mantener vivas las canciones. Así estoy todo el rato ensayando y las canciones van mutando. Me pasa con los temas nuevos, que siempre tienen un proceso de maduración antes de ser grabados. Eso depende de la cantidad de veces que fueron tocados en vivo.

Marcelo: Sí, pienso que cuando uno está muy quieto la historia se escribe un poco sola, pero cuando se está en movimiento la historia la escribe uno. Tocar implica mucho movimiento: comer a deshoras o cuando hay hambre básicamente, ir conociendo mucha gente todos los días. Por ahí haces una relación muy intensa con alguien en solo un día y después ya te despedís y fue increíble.

Javier: Claro, se arman redes súper potentes, algo medio comunitario. Además viajar, en mi caso, sirve para dejar de pensar que todo pasa en Santiago, en la capital. Mi idea es estar recorriendo lo más posible, para aportar a que pasen más cosas en las otras ciudades.

Marcelo: Además, tengo la sensación de que durante estos días que estuve viajando escribí más historia propia de todo lo que va del año. Tengo la sensación de que es activa la escritura, no sé…Es una parte de la forma de vida que me parece muy importante, estimula la parte nómade y eso me parece re lindo.

Javier: Sí, eso del nomadismo es cierto. Mucha de las cosas que escribo tienen que ver con la nostalgia y la nostalgia nace de estar cambiándose constantemente de lugar, de moverse de sitio y extrañar. El estar viajando estimula escribir.

Marcelo: Yo de hecho el último disco lo escribí casi la mitad inspirado en los viajes. Por ejemplo, el arte de tapa es de un chico tucumano que lo conocí en la gira. En general, fue bastante inspirador el tema de estar de allá para acá. En fin, es importante, porque la vida cotidiana es linda, pero también es un poco acogedora, en cambio el viaje es a la que venga. Es una prueba personal.

Javier: Pero a diferencia de Marcelo, no me resulta mucho hacer música en los viajes. Siempre estoy conociendo gente, leyendo, escuchando música en el bus, entonces, como que no hay espacios para agarrar la guitarra. No es muy real ese mito de estar girando y llegar al hotel para escribir. De hecho, en mi caso no sé si me he quedado en un hotel alguna vez... Más que nada aparecen frasecitas y apunto ideas.

Marcelo: Claro, pero me pasa que cuando vienen las ideas necesito registrarlas, no quiero esperar. Si espero, se enfría. Por ahí me pasa que estimular la lírica y la musicalidad me resulta muy importante, entonces, a veces, la primera canción es como un panquete, que no sale bien del todo, pero haces dos y el tercero ya tiene linda forma.

Javier: En mi último disco hay un tema que hice así, en viaje. Se llama “Paisito”, que la hice en Uruguay. Tenía un poco la letra desde antes y ‘paisito’ es como le dicen los uruguayos al país, entonces era muy del lugar. Es como una postal del viaje.


Paisito by Javier Barria

- Me imagino que mucho de estos viajes son armados por su cuenta. Ustedes que viven en eso, cómo lo ven, cuáles son los pros y los contras de estar en la autogestión constante.

Marcelo: Digamos que cada vez le encuentro menos contras. Lo que sí cuando tengo una fecha grande trato de hacerla con una producción. La autogestión tiene una cuestión de relación más cercana con todo, con la gente del lugar, el vender los discos yo mismos, como acá en Chile en una plaza, que fue como estar en un pueblo donde la gente se acercaba a escuchar al forastero. Sin embargo, cuando trabajo con otra gente que participa también lo disfruto mucho, porque potenciamos las fuerzas.

Javier: El primer contra que le veo es que me quita tiempo para hacer música. Lo he notado en una baja en la producción musical, sobre todo desde el 2009 hasta ahora. Eso si lo comparo cuando era más chico y me pasaba todo el día grabando en mi casa, cuando era súper obsesivo. Pero cuando esto empezó a convertirse en un trabajo, todo se transformó un poco en una oficina: en la mañana hago de manager y en la tarde de músico, grabando y ensayando.

- Otra cosa que los enlaza es que además de girar y sacar discos, es que sus trabajos los dejan en Internet. Cómo ven ustedes todas estas distintas experiencias musicales y cómo creen que se van enlazando.

Javier: Desde que supe cómo subir mp3 a Intenet, siempre tuve la idea o la intuición de que el día de mañana la música iba a perder ese valor del objeto físico. Hay gente que lo entendió más lento. Incluso me molestó cuando renunció Denisse Malebrán a la SCD, porque al hacerlo validó todo lo que hacíamos nosotros hace años, cuando antes fuimos súper discriminados por compartir la música gratis. Ha sido bien chocante que después de tantos años ahora sea cool y choro subir tu disco, que la cuestión se transforme en el estándar. Mi política es bájalo, regálalo, compártelo, pero si te nace retribuir eso creo que basta con ir a los conciertos, que nunca van a ser gratis. Con eso soy súper tajante, porque mi trabajo es tocar en vivo. Algunos lo han entendido así otros no tanto. A veces me topo con comentarios “oye, pero por qué tan caro”, y es como hueon, estoy trabajando…

Marcelo: Por mi parte, nunca hago mucho hincapié en que se bajen o no los discos. Confío más en la libertad de Internet. Es como lo que decía Javier, que es si te gusta algo, subsídialo. Ahora acabo de sacar “Hombre Golpe” por Club del Disco, que es algo medio fetiche. El disco físico tiene eso de la relación táctil, entre uno y el público. Eso está bueno, me gusta.

Javier: Es verdad eso de lo táctil, cuesta pensar que se pueda acabar.

Marcelo: Sí, es lindo que llegue alguien y te diga que quiere tu disco.

Javier: Además la manera más sencilla siempre es ir a ver el trabajo en vivo, porque yo podría pasarme toda la vida grabando y no tocar nunca, pero hay toda una idea de tocar, de hacer vivir la música.

Marcelo: Al final se fortaleció el vivo, ¿no?

Javier: Sí, el otro día leía una entrevista a Ryüichi Sakamoto, que es un pianista japonés que decía que la música antes de ser grababa solo era en vivo. En el fondo esto es un regreso a eso.

Marcelo: Claro, también me acuerdo que leí una nota que hablaba que antes del siglo XX, la música era experiencia y que después pasó a ser objeto. Eso es un contraste muy grande.

LA VIDA DESDE LEJOS (Hombre Golpe 2011) by Marcelo-Ezquiaga

- Y en ese sentido, para qué hacer un disco nuevo. Marcelo tiene experiencia previa con Mi tortuga Montreux y ahora dos discos como solista. Javier ya va por su disco número quince. ¿Qué los motiva a hacer un disco de nuevo, teniendo en cuenta que este es su trabajo y que el mercado de la música es complejo?

Javier: Nunca es por plata, porque nunca he recibido plata por los discos. Quizás un poco con el “Introducción a la Geometría” que está registrado en la SCD. En realidad, yo lo veo por documentar un período en un objeto, tanto tangible como intangible. Además soy un amante de los discos. Me gusta que cada disco tenga una identidad, una cosa propia y que los diferencie de todos los anteriores. Eso me motiva y creo que la época es súper propicia, porque si la gente te sigue por Internet se puede anunciar la fecha en que algo se va a publicar o liberar, entonces se genera una espera y eso es bacán. Espero a fines de este año tener otro disco y hacer el mismo ritual: mostrar las canciones, mostrar la carátula, anunciar cuándo se sube…

Marcelo: En mi caso creo que nací con la idea de obra y con esa especie de mandato de clase, que no es ni de baja ni de alta, sino que es un pobre mandato de clase media, que es trascender. Ambas cosas me llevan a hacer un disco. En realidad, si lo pienso un poco, el resto no va a percibir lo que yo estoy pensando, pero yo lo transmito desde ese modo, dejando un pequeño legado. Es una visión temporal del mundo o mejor dicho, una invención temporal del mundo. Después puede pasar lo que sea, pero ya lo dije, ya lo tiré. Tiene que ver con algo de salubridad mental también.

Javier: Complementando eso, yo empecé a hacer discos sin esperar nada, onda en 1998, grabando casettes, onda Daniel Johnston, con pésimo sonido, pero con carátula, orden de los temas y todo eso. Era algo natural, pero de repente me vi con que estaban bajando mis discos, escuchándolos, haciendo un lanzamiento en Sala Master. Es seguir creando la historia que está hecha de discos.


- Las dos ideas tienen en común eso de trascender con el tiempo. ¿Cómo entra el pop en eso, que es justamente un estilo que los dos están explotando mucho en sus últimos discos?

Marcelo: Lo dije acá en una de las fechas: está la corriente, la contracorriente y la propia corriente. Lo que genera el pop es eso, el no plegarse a algo. Está cada vez más vapuleando, pero no es solo un género.

Javier: Tengo reparos al hablar de eso. El pop es algo súper amplio, que engloba la literatura, el cine. Es muy difuso hablar de música pop. He leído cosas tan absurdas como que antes en Chile era peyorativo el pop y que ahora es lo más bacán del mundo… Creo que el pop engloba más que la base electrónica o si hay o no guitarra eléctrica.

Marcelo: Claro, además antes lo que no era pop era underground, pero cuando se vuelve muy famoso en qué lugar se sitúa.

Javier: La frontera es muy difusa, sobre todo en esta época que es muy de mezclar, de híbridos y de revisitar. Pero claro, uno se da cuenta que gracias al paso del tiempo hay una obra, algo que habla de uno. Me interesa dejar una coherencia, una identidad y una estética clara. La inquietud de experimentar siempre va a estar, sobre todo con las letras. Es lo que espero de gente como Bowie, que ha creado una obra ultra bacán o como Caetano Veloso que sigue sorprendiendo. Toda esa gente me inspira a pensar en un futuro que nunca pierde la inquietud y que sigue llamando la atención. Espero nunca caer en la flojera.

Marcelo: Sí, también lo pienso como algo iconoclasta. Con el pop se puede alumbrar donde a la masa le cuesta, siempre con la búsqueda. Es algo re lindo. Es como pensar en Andy Warhol, que cuando lo pienso, pienso en una atmosfera, que te traga, te chupa, y esa atmosfera la desarrolla un artista con años. A menos que seas Nick Drake…

- En ese sentido, cómo se observan mutuamente. Qué opina Javier Barría de Marcelo Ezquiaga y viceversa.

Marcelo: Justamente tiene que ver con lo de antes. Creo que hay una atmosfera en lo que hace Javier. Hay canciones que tocamos juntos, que son de él, y que ya me hacen recordar mi visita a Chile del año pasado. Él ofició de banda de sonido. Además, como toco en los temas, puedo entrar y ver la composición y eso en su momento pudo hacer que se rompiera la burbuja, pero pasó lo contrario.

Javier: Me acuerdo que en las primeras escuchas de las canciones de Marcelo pensaba en qué mierda está haciendo, qué armonías eran estas, porque él es bien complejo en sus ritmos. Eso tiene que ver con su formación pianística. Después nos conocimos y fue más sencillo. Lo otro que admiro es su parte letrística, que me parece que Marcelo tiene una facilidad enorme para escribir. ¿O no?

Marcelo: No, no…

Javier: Lo pienso porque a mí me cuesta mucho escribir, soy muy de pulir las letras. Entonces, al escuchar sus letras siento que logra una fusión con la música súper particular, una amalgama particular que da la sensación de que es muy fluido. Ahora él dice que no, pero esa es la impresión que me da. Lo otro, claro, es que encontré una hermandad en la forma de trabajar, en las historias, una cosa muy similar, pese a que estamos en lugares lejanos y distintos. Eso influyó en la buena onda para tocar, que es como lo que dicen en Argentina: venir del mismo palo.

Marcelo: Me pasó algo con este último disco de Javier que tiene que ver con que yo soy medio megalómano: escucho una canción y le encuentro sentido, y pienso que es universal, no pienso que es un sentido solo para mí. Es doblemente fuerte porque lo ajeno es lo lejano al ego, y encontrarle sentido a una canción es potente. Eso te hace aprender mucho, porque por ejemplo lo que dice Javier de las letras yo lo pienso de él, que las letras son súper fluidas y que las mías no…Pero bueno, creo que no se da con cualquier persona, los dos somos de escuchar música, somos obsesivos en el trabajo, en la grabación, en las masterizaciones…

Javier: ¿Tú cuántas masterizaciones hiciste del último disco?

Marcelo: Tengo la versión oficial y una versión post…

Javier: ¿Te gustó más la post?

Marcelo: ¡Sí!

Javier: ¡En serio! ¡Yo hice trece versiones del mío!

- Después de todo, ¿Se ven haciendo un disco juntos?

Javier: Se tiene que dar espontáneamente. Si un día grabo una canción y pienso que tiene que tocar piano Marcelo, es probable que la podamos complementar.

Marcelo: En mi último disco no quedaron guitarras, pero pensaba que si Javier hubiese estado en Argentina me gustaría haber tenido su opinión, pero no solo como guitarrista, que es casi rebajarlo. No lo veo simplemente como eso. Ahora, por una cuestión de cariño me gustaría tener grabado lo que hacemos hoy, para que de aquí a diez años podamos decir ché, mirá cómo sonaba “La conexión” o “La misma madera” ¡que las hicimos como 25 veces en vivo!

Javier: Siempre está la idea.

Marcelo: Tiene que ser muy particular algo para grabar a distancia. En ese sentido, me gusta algo que tiene Chile que es como una especie de porcentaje de la Argentina…

Javier: ¡Pero cómo!

Marcelo: Me refiero a que es como un país muy parecido. Compartimos cosas buenas y malas. Por ejemplo, el tema que los chilenos sean ordenados es algo bueno y malo y que en Argentina sean tan desordenados es algo bueno y malo también.

Javier: A Chile le falta rock…

Marcelo: Y por ahí a Argentina le sobra demagogia, ¿entendes?, por eso te digo, es un lindo complemento. No veo lejano a Chile, lo veo cerca.


Esta entrevista fue publicada en Paniko.cl


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