martes, enero 31, 2012

Gen - Simulacro EP


Cinco canciones le bastan al rapero nacional Gen –apodo  de Freddy Olguín (1979)- para elaborar un trabajo  a la vez atractivo y propositivo,  capaz de unir un estimulante sonido con una idea sobre la cotidianidad casi imposible de rastrear entre los autores de su generación. Se trata de Simulacro (Dilema Industria, 2012), EP que no supera el cuarto de hora y que se puede conseguir a través de descargas gratuitas.

Desde la acelerada y oscura “Introch”, hasta la experimental “Fugaz”, Gen se une a DLA, Antioch, Foex y Kronos JetYawat –todos músicos y compositores- para enriquecer sus rimas gracias a una impecable producción. Con esta compañía, el chileno articula un pequeño tratado sobre la idea del simulacro, esa forma de generar la realidad utilizando el espectáculo y cuyos sustentos no son más que ficciones que se entrelazan para definir lo que entendemos como real.

A la hora de aterrizar estos conceptos, el cantante desarrolla dos momentos claves: “Simulacro Pt.I” y “Simulacro Pt. II”. En estas canciones, Olguín se detiene a pensar en la maraña de señales, signos y montajes (políticos, culturales, económicos) que definen nuestra forma de entender el día a día. Basándose en estribillos memorables y en un correcto uso de ritmos y efectos, Gen consigue que las piezas sorprendan por sus hipnóticas estructuras y por una intensa poesía.

Asimismo, el autor exhibe en “Lugares incorrectos” y en la mencionada “Fugaz” una sensibilidad devastada ante la serie de imposiciones sobre lo cierto y lo falso –muchas de ellas vacías, sin fundamentos- que son aceptadas como naturales. Esa es la mayor fortaleza de Simulacro: reconocer la vaguedad que afecta a toda acción  y el efecto que esto genera en la relación entre los sujetos y el entorno, incluidas, claro está, las relaciones afectivas.

En consecuencia, y considerando que la saturación de información nos sorprende una y otra vez con casos de manipulación e historias oficiales reinventadas, el nuevo disco del líder de Dilema Industria sirve para condimentar con una buena dosis de electrónica y hip hop el gusto amargo que recubre la aparente sencillez de lo habitual.

Crítica publicada en Nacion.cl

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sábado, enero 21, 2012

Gustavo "Lulo" Arias - Poesías Proletarias (Volumen I)



Si hay algo que identifica a los autores nacionales es la capacidad que tienen para transformar el formato breve de la canción en una vitrina individualista y autocomplaciente.  Por eso, cuando aparecen ejemplos que quiebran esa costumbre, la respuesta inmediata es asociar la creación musical al panfleto o al cliché del autor comprometido.

En el caso de Gustavo Lulo Arias y su recién estrenado Poesías proletarias (Volumen I) (Jota Jota, 2012), esa sería una salida fácil, pero no la más acertada. En este nuevo trabajo, el conocido rapero del trío local Legua York propone trece canciones que tratan de superar la anécdota íntima para alzar la voz, reclamar por los vicios de la sociedad y de paso enjuiciar a los rimadores locales. Para lograrlo, el autor se escuda en una producción que no esconde la falta de recursos y que cuenta entre sus invitados a Cabro Homer, Lautaro Rodríguez o LB1 (de Panteras Negras).

Así surgen “Cruzando”, “Tiempos que cambian” o “Punguismo”, piezas que demuestran cierta fragilidad sonora, pero cuyas letras dan un gran salto al ubicar al rapero en el medio de la calle, en avenidas que son las de La Legua y que, al mismo tiempo, son otros territorios; esos espacios en donde abunda el sujeto (chileno, latinoamericano) marginado y que se enfrenta ante un feroz sistema económico.

En tanto –y pese a la serie de referencias a una sociedad violenta y clasista-, el tono de Lulo Arias no cae en lamentos barriales, ni en la caricaturización de guetos; al contrario, el chileno aspira a transformar la decadencia a través de la acción y no  mediante la queja pasajera.

Este mensaje se transparenta en “Revolucionarios”, “Vendiendo mentiras” o “Puño en alto”, tres cortes que cuestionan el rol del los músicos y que reflexionan sobre la capacidad de estos autores por comprender, asimilar y dar espacio en sus obras a las demandas colectivas, sociales o nacionales.

Por tanto,  Arias logra sostener una idea sobre qué papel juega la música chilena –y en especial el hip hop- en el panorama político actual, escenario que de tanto ser calificado como crítico requiere de propuestas que superen la estética híper cuidada y las narraciones ególatras.

Al deslizar estas preguntas, Poesías proletarias... también deja abierta la pregunta por cuál ha sido el aporte de los autores nacional en las discusiones que durante los últimos veinte años han permanecido más o menos ocultas. Y en ese caso, la respuesta que asoma no es más que una enorme tarea pendiente.

Crítica publicada en Nacion.cl




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sábado, enero 14, 2012

Sofía Oportot - Enciérrame / Vacía




Jugar con la ironía puede ser un ejercicio peligroso si no se cuentan con los recursos apropiados. Sofía Oportot –actriz, cantante y modelo que ha deambulado por proyectos tan distintos como Lulú Jam o QuieroStar- recurre a la parodia y a la burla para escribir un capítulo más dentro del electropop nacional en su debut en solitario, Enciérrame / Vacía (Independiente, 2011) disco doble no supera la mala broma adornada con jadeos,  lamentos e insinuaciones eróticas de adolescente.

Las dieciséis canciones que componen Enciérrame / Vacía se dividen en partes iguales. Las ocho primeras dibujan una trama cándida,  en donde Oportot acepta las cadenas del amor (“Enciérrame”), se debate entre sus distintas personalidades (“Dos chicas”) o llora la soledad con un tono infantil (“No me trates mal”). Estas piezas  se sostienen  en programaciones electrónicas simples y monótonas, las que se extienden más de lo necesario y que no ocultan la obviedad de sus referentes (desde Pet Shop Boys hasta Britney Spears).

Un buen ejemplo de la incapacidad de la ex chica Panoramix para transformar su combinación de electrónica y voces intervenidas en una construcción seductora es la libre versión de “The sign”, original de Ace of Base. Con “Señal”, la chilena se  inspira en el hit noventero de los suecos y firma el momento menos agraciado de esta producción, revelando lo forzada que puede su voz ante una letra que busca a toda costa encajar con la melodía. Este sinsentido (que puede parecer más o menos cómico),  se vuelve una constante en lo que queda del disco.

Ya en Vacía, la autora da un giro en sus letras y se presenta perversa y sexualmente desatada. Más que hedonista –rasgo imprescindible en cualquier descripción actual sobre música popular chilena-, Oportot se escucha onanista y vulgar; así lo demuestran “Abajo” y “Cuarto oscuro”, momentos en donde la interprete se pega porrazos  de principiante al confundir lo erótico con lo genital.

Finalmente, sería sencillo calificar este trabajo como un intento por reírse de los lugares comunes del pop –la eterna juventud, los deseos de un futuro y el amor idealizado- y sobre todo como una reinterpretación del papel de la diva, esa caricatura atrapada entre las gesticulaciones sexuales y las baladas románticas. No obstante, suponer que esas son las motivaciones de Oportot obliga a exigir un producto de mayor consistencia y no estos sesenta minutos desangelados y mal maquillados. 

Publicado en Nacion.cl

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sábado, enero 07, 2012

Sensorama 19-81 - Animales sofisticados en grandes problemas



Dar cuenta del descontento por el modelo de vida que conocemos y utilizar voces que parecen sacadas de noticiarios del primer mundo es un recurso demasiado obvio como para extenderse por una hora.Estructurar un disco sobre la asfixia que provoca el orden económico y combinar lamentos romanticones reduce la efectividad de toda subversión. Ironizar sobre las formas que adquiere el poder y abusar de arreglos dramáticos hace que la queja se transforme en un lamento primitivo. 

Contradicciones de esa naturaleza abundan en Animales sofisticados en grandes problemas (Independiente, 2011), el reciente trabajo de Sensorama 19-81, apodo del compositor nacional Rafael Casanova. La pieza marca la consolidación del chileno a la hora de transformar su electrónica (ya editada en Retrato de un desconocido de 2008 y otros EPs) en un estilo que remite a sonidos de la IDM, el glitch, el postrock y que ahora apunta directo hacia al pop. Sin embargo, aunque estos estilos se mezclan con más o menos prolijidad, el disco hace dudar sobre las capacidades del autor para proponer conceptos y desarrollar ideas. 

En más de sesenta minutos, Animales… se divide en diez cortes que oscilan  entre la declaración de principios y la manifestación de uno que otro esfuerzo por encarar las violencias del día a día. Así por ejemplo, la primera parte del álbum consigue anudar un pulso de sampleos informativos, recortes de distintos idiomas y alarmas que evocan los dilemas de  la sobreinformación, los abusos de poder y  la categorización mental y física a la que a diario nos sometemos por nuestro ritmo de vida. Además, las imágenes que acompañan al disco confirman la atención que Sensorama 19-81 le dedica a las estrategias de disciplinamiento que asumimos como naturales.

“El informante”, “Simón dice” o “El cliente” son canciones inspiradas en estas ideas. Asimismo, éstas representan los mejores momentos del trabajo de Casanova gracias a la buena combinación de de programaciones,  guitarras, baterías o violines. 

No obstante, a medida que el disco avanza, las debilidades comienzan a ganar espacios con “Hoy fue ese día”, “Will fail”, “Sujeto a control” o la interminable “Grandes animales en problemas sofisticados parte II”. En estos pasajes el chileno dispara ideas que desarman lo que a simple vista parecía una producción unívoca, pero que tiende a decepcionar, convertida en un puñado de melodías que no consiguen dar sentido a las historias abiertas en los primeros minutos de la obra.

Por otro lado, este trabajo termina de perder el norte con “Terroristas” o “Quiero ayudar”, las canciones en donde Casanova suma las letras y la voz de Cristóbal Briceño.  En la primera, el piano guía un drama orquestado que no supera la barrera de un pop con ideas inconexas y que no hace más que llorarle al amor, mientras que la segunda parte con una interesante burla, pero finaliza como un rock de visiones apocalípticas (incluido el infaltable guiño a las manifestaciones y los cacerolazos) que desliza un dudoso mensaje esperanzador a partir del caos. 

En consecuencia, Animales sofisticados en grandes problemas sólo sirve para calificar a Rafael Casanova como un productor -ya no un músico electrónico tradicional- que peca de grandilocuente. El problema está en que ocupando diversos instrumentos, el chileno acciona distintos recursos, y al hacerlo, se confunde y transforma su protesta en un berrinche lleno de baches. Considerando los nefastos tiempos que corren, una obra así no es más que un producto inofensivo e insuficiente.

Publicado en Nacion.cl

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jueves, enero 05, 2012

Mowat: Pop y protestas entre San Bernardo y Berlín


Estudió música en Alemania, pero nació y vivió en Santiago. Desde el año 2005 que viene colaborando con músicos como Javier Barría, Felipe Cadenasso, Leo Quinteros o Chinoy. De hecho, trabajó como productor en “Los accidentes del futuro” de Quinteros y se encargó de los arreglos del comentado debut del sanantonino. Sin embargo, Mowat (alias de Fernando Mujica) ha mantenido una carrera como solista que se puede rastrear en su debut “EP#1” (2008), un disco breve y sencillo que precedió a “Anglia” (2011), su reciente producción.

Promocionado con el single ‘Librando a la mañana’ –canción que cuenta con video grabado entre las protestas ambientalistas contra HidroAysén y las marchas estudiantiles-, el nuevo disco de Mowat es un trabajo de pop oscuro, marcado por arreglos de cuerdas y en donde se fusionan programaciones, trompeta, piano, flauta, y otros instrumentos grabados en su mayoría por el chileno.

- Tocaste y grabaste la mayoría de los instrumentos que aparecen en el disco. ¿Cómo es trabajar en un disco estando a cargo de casi todo?

- Para mí es natural, porque empecé como músico siendo productor, con Leo Quinteros. La escuela de él es a lo John Lennon: grabar todo tú, hasta lo que podai. Es complicado ciertas veces, porque no sabes cómo seguir y no tienes una segunda opinión. A veces lo que grabas te gusta y en otros momentos no te convence nada. Es difícil, pero estoy acostumbrado.

- A diferencia de tu primer disco, acá se notan muchos instrumentos. ¿Por qué decidiste pasar de lo sencillo a lo orquestado?

- Tuvo que ver con algo natural. Creo que se dio porque cierta escena, o grupo de gente más cercana, como Chinoy, Manuel García o Gepe en un principio, estaban bien interesados en ir a lo mínimo y eso cansa. En mi caso soy muy musical, muy de instrumentos, de expresar ideas a través de la música y no sólo con las letras.

- En cierto sentido, “Anglia” es muy oscuro. ¿Qué cosas estaban pasando en tu cabeza o qué querías transmitir con un disco tan denso?

- En mi caso, el año en que hice el disco, el 2010, fue un período bien complicado, personalmente pasaron hartas cosas en mi familia. No sé si el disco es oscuro, quizás es mucho decir, pero tenía bastante sentimientos de angustia, que a la par tenían que ver con cosas más externas, como pensar la relación con el Gobierno, que es muy cliché, pero que es algo que está en el aire…Traté de expresar todo eso en canciones sutiles, de forma más indirecta, sin recurrir a mostrar todo tan abiertamente.

- Pese a que ahora estás viviendo en Alemania, el disco lo terminaste en Chile. ¿Qué cosas hay de tu regreso a Chile en el disco?

- El disco es súper chileno. Hablo completamente de cómo me siento yo en tanto chileno y cómo fue volver a Chile, que volví a San Bernardo a la casa donde me crié. Eso fue un flash en muchos sentidos, entonces de ahí salieron un montón de cosas. También Piñera había sido elegido como Presidente… Creo que por eso es un disco muy chileno. Es folclor de hoy, del día a día, que es lo que va a ser folclor en cincuenta años más. Un folclor que no es una mezcla de instrumentos como la de Gepe, que la respeto mucho, sino otra, que es más el espíritu chileno, de lo que somos actualmente.

- ¿Qué cosas te chocaron de Chile al volver de Berlín?

- Lo primero: allá no te sientes amenazado, ¿cachai? Andai en la calle y no pensai que te van a asaltar. En San Bernando uno vive pensando que lo van a colgar y uno se acostumbra a eso. Después llegai a Alemania y te acostumbras a otra cosa, que la gente vive más relajada. Esa es la forma de vida que todos deberíamos tener. Y cuando vuelves a Chile te da pena, porque es tu gente y te das cuenta que las cosas están mal. A mí me dio rabia, pero también un poco de miedo. Y a eso súmale que era el primer año de Piñera como Presidente…Todo es chocante. Mira por ejemplo la relación que tiene la derecha con la dictadura, mira a Labbé o mira en YouTube cómo Piñera apoya a Pinochet. Todo da susto, pero también dan ganas de trabajar para que la cosa mejore.


“Librando a la mañana” es el primer promocional de “Anglia”. ¿Por qué elegiste esa canción para adelantar el disco?

- De las canciones que salieron al principio, “Librando la mañana” era de la que más me gustaba, pero también fue una cosa como de focus group, muchos amigos me la mencionaban como la que podía ser la más asequible, la que mostraba muchas cosas del disco en una sola canción.

- ¿De dónde viene el juego de palabras entre celda y propiedad que se escucha en la mitad de la canción?

- Esa letra salió como un pequeño poema que lo anexé a la canción. Tiene que ver con lo político que te nombraba antes, que es bien general, pero que se puede aplicar mucho. Quería que se entendiera de forma más poética y no cantado, y no quería salir recitándolo yo. Después salió la idea de computarizarlo, pero es un poema que nació de toda la crisis personal y que al mismo tiempo me hizo sentido con lo que estaba pasando en Chile. Ahora, con el tiempo, me hace sentido en todas partes.

- ¿Y el video? Tú no estás en el video, pero estás a través de los textos que aparecen. ¿Cuál es tu opinión sobre el formato visual que tomó la canción?

- No salgo en el video porque no quería aparecer, como tampoco quería aparecer en el arte del disco. Eso de aparecer es algo extramusical que no me interesa, así que cuando hablamos con Eduardo (Pavéz Goye, director del video), que es un seco, un dramaturgo groso muy amigo, siempre quisimos hacer algo con las protestas de HidroAysén, porque estábamos súper enojados con eso. Justo yo me tuve que venir a Alemania en 2011, y ahí le dije que usara la canción por la causa. Después surgió la idea de grabar a personas que estuvieran en la calle y justo cuando se empezó a rodar el video comenzaron las movilizaciones grandes de los estudiantes. A nosotros nos sorprendió mucho y salió así y me encanta.

- Entiendo la intención, entiendo que no fue buscado, pero coincidió con que otros artistas comenzaron a sacar canciones o videos con las marchas o los estudiantes. El último más popular fue ‘Shock’ de Ana Tijoux. ¿Qué te parece que justo ahora, un sector de la música chilena se comenzara a vincular con lo que estaba pasando en las calles?

- Es raro, sin duda, porque hay un par de personas del hip-hop, por ejemplo, que siempre han hecho cosas más sociales como la Ana Tijoux, pero no deja de parecerme raro que las personas que yo esperaba que estuvieran más arriba de la pelota con este tema no estaban. Muchos de ellos son amigos, cantautores importantes que eran bien banderas de protesta, pero que no estaban. Entonces uno nota cierto…no sé, no sé si llamarlo oportunismo, pero ojalá la misma actitud siga no sólo con videos, sino en tocar con la gente, comprometerse como lo han hecho muchos de ir a tocar a las tomas. Porque esta cuestión no se va a acabar nunca, no basta sólo con arreglar la educación.

- Considerando que estuviste todo el 2011 en Berlín, ¿cuál es tu opinión sobre lo que esta pasando acá en Chile, con el imaginado “paraíso del pop”?
- Es difícil opinar de eso. No sé…me parece que está súper inflado. Personalmente, por ejemplo, me encantó Odisea de Alex Anwandter, que lo escuché y pensé que se había demorado siete años en hacerlo…Pero no sé, lo que hace Javiera Mena no es música que me gusta escuchar. Siempre es choro hablar de alguien que es una revelación, pero cuando leo críticas de Club Fonograma, me pregunto dónde está ese valor de “lo impecable”, me gustaría saber en qué cara se basan. Musicalmente yo no lo veo, no hay riesgo

- ¿Hay una gran falta de riesgo en las cosas que se hacen ahora en Chile?


- Sí y eso que estamos hablando de un sector indie del pop, no de lo que se vende en la televisión. Quizás ellos quieren lograr otras cosas, y las logran, como salir, tocar afuera, y hacen prensa y tienen seguidores, y todo bacán, pero para mí son aburridos. Tampoco se trata de pensar que la música tiene que ser complicada, en otras métricas o algo así, pero sí me parece que la música tiene que cuestionarse.

- También estuviste en la otra cara, en el laboratorio, trabajando como productor. Por eso no puedo dejar de preguntarte: ¿Para ti Chile es el paraíso del pop?

- No, estás loco –sonrie. No, ni loco, eso fue un peo que se tiró un español para hacer la nota más hype. Lo que pasa es que acá en Europa andan buscando lo que no está establecido y miran a Sudamérica porque hablan el mismo idioma y como ya no se puede hablar de Buenos Aires porque se sabe hace mucho tiempo que es cool, quedaba Chile. De ahí sale esa idea del paraíso, porque salen un par de discos que suenan súper europeos, súper al nivel, pero nada más… Para hablar de un paraíso del pop tienen que venir diez años más de discos así. Todo tiene que crecer, no se puede hablar de algo así con dos discos llamativos. A mí me parece que hay un paraíso de otra cosa en Chile, que aunque suene cliché, tiene que ver con Chinoy, Kaskivano, Demian Rodríguez, Lautaro Rodríguez. Ellos son músicos que no están ni ahí con nadie y hablan de lo que está mal. Ellos sí que tienen un grupo de gente súper masivo que los sigue y que no tienen que enterarse de los conciertos de Chinoy por la tele. Esa escena me parece más representativa de Chile.

Esta entrevista fue publicada en POTQ.cl

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