martes, febrero 14, 2012

Newton Rocks - Quasar





Componer, editar y publicar un disco gracias al formato casero no es novedad, pero lo curioso es el tipo de propuestas que surgen a partir de este método de creación. Un caso reciente es el de Julio Quiroz, conocido como Newton Rocks y su debut Quasar. En este trabajo de libre descarga –otro  detalle que potencia esa atmosfera de autogestión-  el DJ devenido en solista expone una electrónica que intenta trepar hasta la cresta del hit y una sensibilidad ensimismada, hija de este sistema a puerta cerrada.

Dividido en once cortes, el álbum es una oda al house y al dance más comercial, un estilo que el autor reinterpreta a partir de referentes populares actuales (Daft Punk)  para firmar un grupo de programaciones uniformes que no ceden espacio a tácticas más osadas (salvo en la atractiva y envolvente “Armonías felinas”). Así aparecen “sqrt(1723969);” o “Partículas elementales”, momentos que demuestran el apego del músico por las estructuras simples e inmediatas. 

En tanto, a la hora de manipular su voz mediante el uso del talkbox, Newton Rocks agota el recurso y satura sus canciones con un truco que estira durante el grueso de esta media hora. De paso, al mantener su gusto por intervenir las voces, también opaca a Deplasticoverde y Fakuta,  invitadas que pierden los matices que las caracterizan al sonar idénticas y robóticas en los coros de “Energía oscura” o “Me gustas”.

Por otro lado, y a cambio de la escasez de riesgos sonoros que expone, el cantante trata de incorporar algunas ideas en sus letras, aunque con ese gesto aflora el carácter autocomplaciente de su narración. Y es que al margen de algunas menciones a los vicios de catalogar nuestro entorno (“Especto de colores”) o la transmisión de un mensaje positivo (“Flip-Flop”), su poesía termina por describir una personalidad encapsulada y que reivindica la experiencia individualista. “Singularidad” es el ejemplo más radical de esa tendencia. Asimismo, la milimétrica densidad del disco se hace notar en “Despega”, canción en la que Dadalú aporta reproches insostenibles sobre la difusión mediática de obras musicales en el país.

Ya que no es una prometedora carta de presentación, Quasar se entiende mejor como una breve carta de navegación para Newton Rocks, principiante que se escucha sumido en las fronteras de  sus cuatro paredes. Bastaría levantar un poco la mirada para conseguir inyectar más dinamismo a una electrónica que en esta pasada no supera el ejercicio de aficionado.

Crítica publicada en Nacion.cl

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domingo, febrero 05, 2012

Geosónica - El influjo



En pleno apogeo de los solistas nacionales hace un par de años, Ricardo Santibáñez debutó en 2010 con el apodo de Geosónica y el disco Extrapolar (Independiente), un trabajo de pop discreto y que mezclaba programaciones electrónicas con la tendencia acústica de la época. Después de dos años, el autor oriundo de Osorno vuelve con El influjo (Independiente), una demostración de su gusto por la producción de estribillos memorables, aunque con marcados vicios en su relato.

Algo que caracteriza a las doce canciones de este álbum es la variedad de instrumentos que las sostienen; a la tradicional guitarra se suman baterías, percusiones, saxo, y otros arreglos que prueban la evolución del cantante a la hora de estructurar sus composiciones, logro que abre una notoria brecha en comparación a su debut. Buenos ejemplos son “Vidas paralelas”, “Mil horas”, “Panamá” y “París”, cortes ricos en sonidos y en los que el chileno escarba con destreza en sus historias íntimas.

Pese a estos momentos, en el disco también abundan narraciones zigzagueantes  que no consiguen dar coherencia a la poesía de Geosónica. Así sobran las ensoñaciones y los versos románticos conectados mediante rimas toscas, tal como se escucha en “Fuego, casas y recuerdos”, “Parque” o “Nuestra luna”. Por tanto, la poca claridad de los motivos del cantante –evidentemente amorosos, pero hilados a la fuerza- hacen que gran parte de este repertorio insista en menciones obvias sobre las relaciones, la melancolía o la alegría.

En conclusión, las referencias sentimentales que aparecen una y otra vez en el disco impiden que las buenas melodías de El influjo salgan bien paradas. Esos tropiezos hacen del osornino un creador en crecimiento, pero aún atorado en un estilo que –al  menos en Chile- ya está sobrepoblado. 

Crítica publicada en Nacion.cl

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