viernes, junio 21, 2013

La Bella Violencia - Pedida


Dos piezas sonoras le bastan al músico y artista visual Iñaki Muñoz para volver a remecer al oyente. El autor, que ya había demostrado sus capacidades bajo el seudónimo  Universo Error de Ahorcarte y el estremecedor trabajo de 2011 para el sello nacional Jacobino Discos, “Observatorio/Colmillos/Garras/Caparazones/Pelaje/Manchas/Trinchera y Melancolía”,  regresa con un nuevo seudónimo, La Bella Violencia, y el disco “Pedida” (Pueblo Nuevo, 2013), obra que sigue la línea de la experimentación electrónica del anterior trabajo de Muñoz, pero que desde un ángulo aún más cerrado  logra detonar un intenso vórtice sonoro.

“El Jardín de las bicicletas incorregibles” y “Error existen varias copias del efecto” son las canciones que sostienen a esta producción en poco menos de media hora. Ambas parecen registros opuestos; mientras la primera se nutre de la grabación de los sonidos que genera una bicicleta en mal estado, la segunda ahonda en las alarmas de errores de Windows. Sin embargo, la reproducción de escenas mundanas –el mal estado de un vehículo cualquiera y las fallas de un sistema operativo tradicional- adquieren un carácter nuevo bajo la lupa de La Bella Violencia. Como si se tratara de una disección, Muñoz desenreda sampleos de cadenas, pedales y alertas computacionales, pero también añade improvisación y secuencias en un ejercicio de composición particular de ambient.

Pero el impacto auditivo de “Pedida” escapa a las evocaciones que pueda generar la manipulación de efectos electrónicos. El potencial de un disco como éste radica en la construcción de un mensaje indirecto sobre la realidad, un espejeo siempre fracturado sobre el entorno. Así, “El jardín…” destaca desde su inicio por el dramatismo que cargan los silencios y ruidos que se van mezclando con los samples de un objeto que en algún segundo podemos reconocer –¿es de verdad un bicicleta?- y por la atmósfera lúgubre que Muñoz entrega a un instante finito, irrelevante, pero que puede poseer la carga de una abrumadora pesadilla diaria, palpitante, omnipresente. Y por su parte,  “Error existen…” supera la anécdota  glitch para jugar con la idea de la falla como defecto y también como única oportunidad de subversión.


Perturbador, el final del disco invita al oyente a seguir esperando más interpretaciones sobre lo cotidiano. Pero las pistas no llegan y la experiencia musical se completa con la falta. Y esa es la mayor gracia de la nueva aventura de Muñoz.

Esta crítica fue publicada en El Ciudadano (impreso, junio 2013)

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