Dos
piezas sonoras le bastan al músico y artista visual Iñaki Muñoz para volver a remecer
al oyente. El autor, que ya había demostrado sus capacidades bajo el seudónimo
Universo Error de Ahorcarte y el estremecedor trabajo de 2011 para el
sello nacional Jacobino Discos,
“Observatorio/Colmillos/Garras/Caparazones/Pelaje/Manchas/Trinchera y
Melancolía”, regresa con un nuevo seudónimo, La Bella Violencia, y el
disco “Pedida” (Pueblo Nuevo, 2013), obra que sigue la línea de la
experimentación electrónica del anterior trabajo de Muñoz, pero que desde un
ángulo aún más cerrado logra detonar un intenso vórtice sonoro.
“El Jardín de las
bicicletas incorregibles” y “Error existen varias copias del efecto” son las canciones
que sostienen a esta producción en poco menos de media hora. Ambas parecen
registros opuestos; mientras la primera se nutre de la grabación de los sonidos
que genera una bicicleta en mal estado, la segunda ahonda en las alarmas de
errores de Windows. Sin embargo, la reproducción de escenas mundanas –el
mal estado de un vehículo cualquiera y las fallas de un sistema operativo
tradicional- adquieren un carácter nuevo bajo la lupa de La Bella Violencia.
Como si se tratara de una disección, Muñoz desenreda sampleos de cadenas,
pedales y alertas computacionales, pero también añade improvisación y
secuencias en un ejercicio de composición particular de ambient.
Pero el impacto auditivo de
“Pedida” escapa a las evocaciones que pueda generar la manipulación de efectos
electrónicos. El potencial de un disco como éste radica en la construcción de
un mensaje indirecto sobre la realidad, un espejeo siempre fracturado sobre el
entorno. Así, “El jardín…” destaca desde su inicio por el dramatismo que cargan
los silencios y ruidos que se van mezclando con los samples de un objeto que en
algún segundo podemos reconocer –¿es de verdad un bicicleta?- y por la
atmósfera lúgubre que Muñoz entrega a un instante finito, irrelevante, pero que
puede poseer la carga de una abrumadora pesadilla diaria, palpitante,
omnipresente. Y por su parte, “Error existen…” supera la anécdota glitch para jugar con la idea de la falla
como defecto y también como única oportunidad de subversión.
Perturbador, el final del
disco invita al oyente a seguir esperando más interpretaciones sobre lo
cotidiano. Pero las pistas no llegan y la experiencia musical se completa con
la falta. Y esa es la mayor gracia de la nueva aventura de Muñoz.
Esta crítica fue publicada en El Ciudadano (impreso, junio 2013)
1 Comment: comentarios:
gracias por el comentario y la difusion.
Mika Martini
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