Un recorrido por distintos estados de ánimo es el
que propone Natalia Suazo en Deshabitar (Independiente, 2012), su primer trabajo
oficial como Natisú. En este proyecto, la cantante hila escenas de corte
personal para referirse a las frustraciones, los anhelos y las proyecciones de
una intimidad ambivalente, siempre cargada de luces y sombras. Ese contraste se
afirma en una producción que saca partido a la atractiva voz de Suazo y que
sobresale por la variedad de arreglos que aparecen en estas diez canciones.
Aprovechando los recursos clásicos del pop más
oscuro –la fuerte presencia de guitarras y distorsiones, pesados ritmos de bajo
y batería, sutiles arreglos electrónicos-, Natisú disfraza su impotencia en “En
esta parte del deseo”, “Rituales” o “Al encuentro”, cortes en los que su voz se
retuerce entre tonos cándidos y gritos que se escuchan liberadores. Sin
embargo, la evidente carga dramática de estas piezas siempre oculta un dejo de
optimismo, tal como lo demuestra “Polillas de la tarde” y la sentencia “hay
nuevos modos, nuevos medios, nuevos aires. Siente los dientes y masquemos esta
realidad”,
una de las líneas que define la naturaleza conciliadora de esta entrega.
Por eso, son otras las canciones que abren
nuevas posibilidades al debut de Natisú. Y justamente son las que menos abusan
de esa fachada sombría y las que más se acercan a la simpleza de lo acústico.
En entre ellas, “Miles de ciudades” y “Deshabitar”, dos baladas al servicio de
la incertidumbre. Aquí, la cantante da un giro para sostener un interesante
cuestionamiento sobre la seguridad y el buen vivir, aspirando a cambiar las
formas y a abandonar los roles que asumimos como dignos o beneficiosos. Con
eso, logra que su narración supere –al menos en parte- el lugar común de las
divagaciones personales, casi siempre amorosas.
Es evidente que Natisú busca acercar la música popular a terrenos menos convencionales o al menos proponer una dosis de penumbra al formato pop. Aunque le resulta, la forma en este caso resalta tanto como las ideas que desarrolla en cada canción. Esa es la mayor fortaleza de Deshabitar: transformar un estilo, un sonido, en un mensaje que debería sorprender en próximas publicaciones.
Es evidente que Natisú busca acercar la música popular a terrenos menos convencionales o al menos proponer una dosis de penumbra al formato pop. Aunque le resulta, la forma en este caso resalta tanto como las ideas que desarrolla en cada canción. Esa es la mayor fortaleza de Deshabitar: transformar un estilo, un sonido, en un mensaje que debería sorprender en próximas publicaciones.
Esta crítica fue publicada en Nacion.cl
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