Suárez. |
El jueves 14 de abril la recordada agrupación
argentina Suárez se presentará en Discoteque Blondie luego de casi dos décadas
sin pisar tierras locales. Show de culto para fanáticos y una oportunidad para
jugar a correr el tiempo hacia atrás y revivir un sonido que marcó los 90 en
ambos lados de la cordillera. Aquí, la banda –los cinco amigos, los cinco
músicos, los cinco protagonistas- nos cuentan cómo intentan recuperar el pasado
sin alimentar nostalgias ni espejismos de un nuevo futuro juntos.
No hubo tiempo
para conversar, saldar eventuales cuentas pendientes o sentarse a mirar
antiguas fotos. Nada de eso. El reencuentro fue sin preámbulos; se juntaron en
una sala de ensayo y se dedicaron a lo que más querían hacer: tocar, cantar y
desempolvar el repertorio que habían dejado en pausa hace más de quince años.
Así fue cómo Suárez, el combo bonaerense integrado por Rosario Bléfari (voz) Fabio
Suárez (bajo), Marcelo Zanelli
(guitarra), Gonzalo Córdoba
(guitarra) y Diego Fosser (batería)
se rearmó como si nada. La “excusa” fue el estreno de la primera parte del
documental sobre la banda, “Entre dos luces” de Fernando Blanco, en noviembre pasado
en Mar del Plata.
“Cuando presentaron
la película me preguntaron si existía la posibilidad de reunir al grupo, a lo
que dije que no, porque estábamos muy alejados”, cuenta Rosario Bléfari desde Argentina. “Además había poquísimo tiempo
para hacerlo y no estaba en nuestros planes. Pero al comentarle la propuesta a
los demás, todos querían o no les parecía imposible”, explica la cantante. Gonzalo Córdoba añade que pese a llevar
tiempo sin verse, todos querían volver (al menos) a presentarse en vivo. “El
documental trata sobre nuestra primera época, y eso despertó el recuerdo de
cómo nos divertíamos. Y nos juntamos de manera impensada, sólo por el placer de
lo imprevisto”, comenta el guitarrista.
El primer
resultado del regreso de Suárez fue una energética presentación en Mar del
Plata junto a los seguidores de siempre y nuevos fanáticos. Para nadie fue una
sorpresa, entonces, que se programara un segundo concierto en Buenos Aires, en
marzo de este año en el conocido Centro Cultural Konex. “Ese show me sorprendió, fue mucho más de lo que esperaba”, comenta Diego Fosser. El baterista concuerda
con el resto de sus compañeros en que este nuevo contacto con el público les
permitió reconocer los cambios entre sus seguidores. Y no sólo por la
diversidad de edad y generaciones. “El público se multiplicó y se “cancherizó”,
como los fans de futbol. En los noventa esa experiencia la vivimos justamente
en Santiago, fue algo muy lindo, con la gente cantando las canciones y todo
eso. ¡Ahora espero que Santiago le gane al Konex!”, añade entre risas.
¿Por qué Suárez aún mantiene ese estado de alerta en sus fanáticos?
¿Simple efecto de memorabilia local o
por la búsqueda de un sonido que no se ha vuelto a repetir en el contexto
latinoamericano? Para los Suárez se trata de lo uno y delo otro. “Creo
que está relacionado con esos estados emocionales atesorados, igual que nos
pasa a nosotros; sensaciones, viajes intensos, dulces y ácidos que han quedado
alojados en la memoria del que nos escuchó hace quince años o hace un año. Son
canciones y timbres muy particulares también”, se explica Rosario Bléfari.
Su compañero en la guitarra, Marcelo Zanelli va un poco más allá: “Suárez
tiene canciones sin tiempo y una forma de hacerlas sonar que es…no sé qué
palabra usar…muy suárez. Hay algo de
misterio ahí. Además, la banda forma parte de un inicio, que junto con otros
grupos, puso algo en marcha. Había una saludable urgencia en todas nuestras
acciones”.
Otro galope
Pese a que los cinco músicos insisten en que la
reunión de Suárez surgió casi de manera
espontánea, todos comparten en mayor o menor medida una misma sensación: nunca
lograron olvidarse de la banda que como amigos mantuvieron y con la que
editaron discos tan memorables como “Horrible” (1995) o “Excursiones” (1999). “La
verdad es que estaba justo empezando a no extrañar a Suárez”, ironiza Fabio Suárez desde la capital
trasandina a la hora de pensar en los últimos conciertos. Lo mismo detalla Bléfari,
quien resta importancia a la nostalgia: “¡No sabía que los extrañaba hasta que
nos juntamos de nuevo! Trato de vivir el presente y estoy siempre con nuevos
planes, pero ahora Suárez se transformó en parte del presente y me gusta
mucho”.
Más melancólico, el guitarrista Marcelo Zanelli agrega: “Redescubrir a
Suárez y volver a escuchar los discos con otra perspectiva me gustó tanto que
ahí sí digo… esas canciones, esa forma de armarlas y buscar el sonido. Me digo
qué lindo volver a tocar estas canciones que me gustan. En fin, me parece que
es una forma un poco elíptica de reconocer que sí, que extrañaba a Suárez”. En
tanto, Diego Fosser no oculta que siempre añoró volver a la
formación original. “La banda es el proyecto más importante en el que
participé, el que hizo realidad todo lo que había soñado cuando empecé a tocar
la batería a los catorce años”, admite.
¿Pero ese
recuerdo es suficiente para que Suárez siga con vida de manera indefinida? Ni
ellos lo saben. Cada uno de los integrantes ha seguido caminos muy diversos
como psicólogos, abogados, actores, cantantes (Bléfari siguió publicando en
solitario o con Sué Mon Mont), trabajando en radio o docencia, como para retomar las riendas de una banda.
Además, el contexto discográfico y de difusión –entre la maraña de internet,
productoras, marketing, redes sociales- es otro para un grupo icónico en lo que
se pudo denominar como el under y el rock alternativo o independiente de hace
dos décadas en Argentina. Corren otros tiempos y ellos lo saben. “Me parece que
el oído cambió y también la tecnología. La difusión es otra y ahora no dependes
de unas radios o de un suplemento o si advierte tu presencia una compañía
discográfica”, dice Zanelli.
Así, los
aparentes cambios en la industria, reconocen los Suárez, podrían ser tan
provechosos como improductivos. Rosario
Bléfari advierte que este nuevo contexto permite una relación más directa
entre músicos y público, pero es escéptica a la hora de seguir esa ruta. “Hoy las
grandes marcas o productoras no se juegan por nada, invierten poco y a veces
frenan el camino de una banda. No lo conozco desde adentro, pero he visto casos
de quienes por entrar en una cosa así perdieron lo que habían conseguido siendo
independientes. De todas maneras siempre son arduos caminos, y todos son
diferentes; aquellos que pueden hacer un camino con la presión y el apoyo de
una discográfica, y les resulta, muy bien, pero es bien difícil porque debes
responder a una expectativa. Tal vez podés hacer algo, conseguir que te paguen
algo, un video por ejemplo, y salirte. Nunca fue mi opción ni mi camino, pero
no soy quien para decir qué le conviene a cada uno. Personalmente me gusta
cuando hay un camino hecho por la relación con el público que va creciendo o se
va afianzando o va cambiando. Eso es muy valioso”, sostiene la cantante.
Los veo aparecer
El show de
Suárez en Chile el 14 abril en la
Blondie será el tercer concierto de la banda luego de esta reunión fugaz. No
tienen idea si se vienen más fechas. O al menos eso prefieren adelantar.
Vendrán y puede que desaparezcan como ya lo hicieron una vez. Sin embargo, el
regreso a Chile parecía una cita obligada, después de años de compartir escenario
y colaboraciones con bandas como Pánico o Congelador.
“En Chile
siempre fuimos muy bien tratados por la gente, que era muy cariñosa y amable.
Además hicimos nuestro primer documental allí”, recuerda Fabio Suárez sobre su vínculo con tierras nacionales. “Cuando estuvimos en Santiago y Concepción
siempre nos trataron muy bien, y me sorprendió en ese momento el nivel de
información que manejaban sobre la música independiente de todo el mundo en una
era pre-internet. Recuerdo haberme vuelto con varios cassettes grabados que nos
pasaron con novedades del momento”, añade Gonzalo
Córdoba.
Para Rosario Bléfari este
nuevo recital en Chile será como una primera vez, ya que algunos integrantes de
la banda nunca habían cruzado la cordillera junto a Suárez. “Todo va a ser nuevo y será como una presentación,
vamos a “conocer” al público nuevo y al de antes”, dice entusiasmada.
¿Qué podemos esperar para
después? ¿Se viene nuevo disco de Suárez? Son preguntas que es imposible no
lanzar. “Estoy abierto a lo que venga y a lo pueda llegar y la verdad es que no
lo sé. Si lo supiera no lo ocultaría; si
surgiera esa posibilidad, diría que sí”, afirma Marcelo Zanelli.
Por su lado, Bléfari no cierra la puerta: “No sabemos si se viene nuevo disco. Juro que no. Pero así como no sabíamos que íbamos a volver a tocar alguna vez, ahora ya tampoco me animo a decir como antes: no creo. Porque los hechos me desmintieron”.
Por su lado, Bléfari no cierra la puerta: “No sabemos si se viene nuevo disco. Juro que no. Pero así como no sabíamos que íbamos a volver a tocar alguna vez, ahora ya tampoco me animo a decir como antes: no creo. Porque los hechos me desmintieron”.
Publicado en Paniko.cl
TESTIGOS
A la hora de escribir sobre el regreso de Suárez a Chile, pensé en la oportunidad
de sumar más voces de testigos o seguidores que pudieran aportar
una imagen de lo que fue/es la banda en Argentina, específicamente en Buenos
Aires. Siempre tuve en mente a dos personas: el crítico Pablo Schanton y el cantante y
compositor Ignacio Herbojo. Después, cuando terminé de rearmar las preguntas y
respuestas a los cinco Suárez, me di cuenta que la breve historia de su show en
Santiago no soportaba más actores que los propios músicos. Sin embargo,
Schanton y Herbojo contestaron a mis preguntas de manera tan directa y
relevante que no valía la pena guardar sus testimonios. Acá van.
Dice Pablo
Schanton:
El año pasado, Rosario Bléfari me escribió un mail, preguntándome si quería tocar el piano para ella en una fecha que se venía pronto y yo acepté sin dudarlo. En dos o tres semanas me tuve que aprender doce canciones que me iba pasando en cuentagotas por mail. Para los que me conocen, saben que mi memoria es pésima, entonces esto era todo un desafío para mí. De a poco, fuimos probando cuál funcionaba y cual necesitaba más instancias de ensayo. Finalmente, la lista se redujo a la mitad más o menos.
Nos juntamos día por medio con Rosario y Federico Orio para trabajar los temas entre los tres. Entre canción y canción charlábamos mucho de cualquier cosa, y todo era muy distendido y relajado, aunque por otro lado el tiempo nos apremiaba. Pero creo que todos confiábamos en que iba a salir perfecto.
Para mí tocar con Rosario fue una de las cosas más increíbles que me pasaron desde que empecé en esto, hace tan poquito. Ella fue primordial en mi formación como músico, y para mí es un orgullo y un honor que se haya fijado en mí existiendo tantos otros pianistas.
Cuando supe que Suárez se reunía pensé que no podía perdérmelo. Entonces, con un par de amigos organizamos una escapada a Mar del Plata sólo por el fin de semana del recital, para ver el documental de Fernando blanco y para verlos a ellos en vivo. Lo más gracioso fue que nos encontramos con los Suárez en el bus rumbo a Mar del Plata, y viajamos juntos sin haberlo planificado.
No había otro lugar en el que quisiera estar.
Por empezar,
definamos: Suárez es al indie lo que los Redondos al rock independiente del ala
La Renga en adelante. Sin mucha militancia explícita (recordemos que la
estética "slacker" de los 90 no lo hubiera permitido), Suárez fue
independiente a pesar de cómo evolucionó el mercado del rock
"alternativo" de la época. Sin Suárez no existirían ni Rosal ni El
mató a un policía motorizado, y sus actuales consecuencias. Es decir, es un
grupo-bandera de una ética frente al mercado musical y una estética frente al
conservador rock nacional hegemónico que ya quedó en la historia.
La Argentina
es afecta a los homenajes, especialmente si son post mortem, al museo, al
folclore. Por eso, no es casual que una documental haya sido el motor de la
reunión de los Suárez, que han sido canonizados como leyenda indie nacional &
pop forever. Su discreción a la hora de reunirse tras 15 años demuestra que a
ellos tampoco les cabe mucho esto de la nostalgia y las leyendas vivas.
Conozco a
Suárez desde el comienzo. Los vi en sótanos muy sótanos al borde del amanecer y
hasta en terrazas muy altas de madrugada, y sigo a Rosario en todo lo que
emprende. Yo estoy contento con los proyectos de ella, y con haber visto y
vivido a Suárez mientras duró. No me gustan las reuniones ni el retro nostálgico
en general. Pero no puedo negar que volver a escuchar "Falso ladrido"
a pulso de Fosser y llevado por la guitarra de Gonzalo no dejó de emocionarme
muy profundamente. Así de simple: hay cientos de bandas "indie" hoy,
post-Suárez en todo sentido (hasta en la formación), pero ninguna canción pega
con la carga poética (en sentido lírico y musical) como una de Suárez. Y dicho,
lejos de lustrar la leyenda y el bal bla blá...
Ver en vivo
a esa banda -cuatro hombres detrás de/junto a una mujer que canta, baila, toca
instrumentos inverosímiles y actúa y tanto más- es una experiencia única por su
carga rockera y dramática. Y como en Sudamérica siempre se necesitan las
"versiones locales de", Suárez (el nombre remite un poco a Smiths,
¿no?) funcionó como un Sonic Youth con olor a ruta de provincia, a madrugada
metropolitana. Justamente, las referencias líricas de una de las mejores
letristas de este país, que es Rosario, connotan un tipo de vida urbana y de
salida de la ciudad que tienen antecedentes en la lírica del primer Gieco o Los
Pillos. Eso hace que no sea una banda homenaje a Sonic Youth, o Pavement, o Velvet
Underground. Suárez es la banda que mejor entendió y asimiló a Velvet Underground
en estos lares, lejos. Basta escuchar "Una tarde de cansancio".
Suárez es
una banda argentina, no podría ser de otra manera.
Otro punto a
tener en cuenta: Rosario Bléfari se convirtió en "role model" de
muchas chicas que están en el rock, como público, artistas, o cantautoras. ¿Qué
otra banda under con chica al frente (al frente eh) tuvo la misma trascendencia
en esos años además de Suárez?
No sigan
contando, vean a Erica García en la tele por estos días y la respuesta ya está
dada.
Dice Ignacio
Herbojo:
Escucho Suárez
desde que tengo 16 o 17 años. En esa época todavía estudiaba piano clásico, y
al tener esa formación, los sentí como una ola de aire fresco y renovador que
se salía de la norma, tanto lírica como compositiva. Su imaginario
cercano y cotidiano siempre me fascinó, y creo que influyó mucho a la hora de sentarme
a escribir mis canciones. También me pasó que cuando los empecé a escuchar, la
banda ya estaba disuelta, entonces los veía rodeados de cierta mística y mi
único registro eran sus discos, las palabras de algún amigo que había tenido la
suerte de verlos en vivo en los 90s y algún que otro video de Youtube.
El año pasado, Rosario Bléfari me escribió un mail, preguntándome si quería tocar el piano para ella en una fecha que se venía pronto y yo acepté sin dudarlo. En dos o tres semanas me tuve que aprender doce canciones que me iba pasando en cuentagotas por mail. Para los que me conocen, saben que mi memoria es pésima, entonces esto era todo un desafío para mí. De a poco, fuimos probando cuál funcionaba y cual necesitaba más instancias de ensayo. Finalmente, la lista se redujo a la mitad más o menos.
Nos juntamos día por medio con Rosario y Federico Orio para trabajar los temas entre los tres. Entre canción y canción charlábamos mucho de cualquier cosa, y todo era muy distendido y relajado, aunque por otro lado el tiempo nos apremiaba. Pero creo que todos confiábamos en que iba a salir perfecto.
Para mí tocar con Rosario fue una de las cosas más increíbles que me pasaron desde que empecé en esto, hace tan poquito. Ella fue primordial en mi formación como músico, y para mí es un orgullo y un honor que se haya fijado en mí existiendo tantos otros pianistas.
Cuando supe que Suárez se reunía pensé que no podía perdérmelo. Entonces, con un par de amigos organizamos una escapada a Mar del Plata sólo por el fin de semana del recital, para ver el documental de Fernando blanco y para verlos a ellos en vivo. Lo más gracioso fue que nos encontramos con los Suárez en el bus rumbo a Mar del Plata, y viajamos juntos sin haberlo planificado.
Estaba muy
ansioso por verlos en vivo, sobre todo después de ver el documental de Fernando
Blanco. Al llegar, la carpa del show estaba repleta. Me ubiqué adelante de todos.
Es difícil describir lo que sentí cuando entraron. Para mí Suárez nunca había
existido, ¡y ahí estaban! El show fue muy movilizante para todos los
asistentes. Parecía una banda que no se había separado jamás. Todas esas canciones que había escuchado
durante tanto tiempo en mi cuarto, en el trabajo, en la calle, en el colectivo,
cobraban vida en ese momento.
Tiempo más
tarde fue la fecha en el Konex. Otra vez: lleno de gente. Me costó más llegar
adelante de todos. En este recital había más ansias que la otra vez, y la
energía era increíble.
Con el sonar
de las primeras canciones la gente empezó a saltar y a hacer pogo. Creo que no
hacía pogo desde que tenía 15 años. Pero ahí apretado, siendo empujado,
acalorado, me sentí feliz y me uní a la masa en movimiento y fuimos uno solo.
No había otro lugar en el que quisiera estar.
Rosario sonriente
y hermosa como siempre. Los chicos, impecables.
Las
emociones fueron muy fuertes y unánimes, creo. Por momentos estábamos todos
casi por llorar, por otros con una sonrisa gigante.
Cuando salí
del Konex me di cuenta que había tenido la suerte de presenciar algo muy importante
para mi generación.
Los volvería
a ver una y mil veces, y cada vez que saldría del recital sé que pensaría
"fue uno de los mejores recitales de mi vida".