sábado, enero 14, 2012

Sofía Oportot - Enciérrame / Vacía




Jugar con la ironía puede ser un ejercicio peligroso si no se cuentan con los recursos apropiados. Sofía Oportot –actriz, cantante y modelo que ha deambulado por proyectos tan distintos como Lulú Jam o QuieroStar- recurre a la parodia y a la burla para escribir un capítulo más dentro del electropop nacional en su debut en solitario, Enciérrame / Vacía (Independiente, 2011) disco doble no supera la mala broma adornada con jadeos,  lamentos e insinuaciones eróticas de adolescente.

Las dieciséis canciones que componen Enciérrame / Vacía se dividen en partes iguales. Las ocho primeras dibujan una trama cándida,  en donde Oportot acepta las cadenas del amor (“Enciérrame”), se debate entre sus distintas personalidades (“Dos chicas”) o llora la soledad con un tono infantil (“No me trates mal”). Estas piezas  se sostienen  en programaciones electrónicas simples y monótonas, las que se extienden más de lo necesario y que no ocultan la obviedad de sus referentes (desde Pet Shop Boys hasta Britney Spears).

Un buen ejemplo de la incapacidad de la ex chica Panoramix para transformar su combinación de electrónica y voces intervenidas en una construcción seductora es la libre versión de “The sign”, original de Ace of Base. Con “Señal”, la chilena se  inspira en el hit noventero de los suecos y firma el momento menos agraciado de esta producción, revelando lo forzada que puede su voz ante una letra que busca a toda costa encajar con la melodía. Este sinsentido (que puede parecer más o menos cómico),  se vuelve una constante en lo que queda del disco.

Ya en Vacía, la autora da un giro en sus letras y se presenta perversa y sexualmente desatada. Más que hedonista –rasgo imprescindible en cualquier descripción actual sobre música popular chilena-, Oportot se escucha onanista y vulgar; así lo demuestran “Abajo” y “Cuarto oscuro”, momentos en donde la interprete se pega porrazos  de principiante al confundir lo erótico con lo genital.

Finalmente, sería sencillo calificar este trabajo como un intento por reírse de los lugares comunes del pop –la eterna juventud, los deseos de un futuro y el amor idealizado- y sobre todo como una reinterpretación del papel de la diva, esa caricatura atrapada entre las gesticulaciones sexuales y las baladas románticas. No obstante, suponer que esas son las motivaciones de Oportot obliga a exigir un producto de mayor consistencia y no estos sesenta minutos desangelados y mal maquillados. 

Publicado en Nacion.cl

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