viernes, enero 28, 2011

Dadalú - "Período"



Después de un 2010 saturadísimo de discos “bien producidos”, el año que recién comienza sorprende con un estreno alentador, pero poco atento a los estándares de sofisticación que se vieron durante la temporada pasada. “Período” de Dadalú es un disco que a lo lejos suena mal, en donde parece que algo falta para condensar la voz de Daniela Saldías y la variedad de instrumentos que intervienen en esta media hora. Desde las trompetas hasta los teclados, pasando por los scratches y las cuerdas, se distingue algo que no está. Ese vacío recorre el debut oficial de Dadalú, un disco pop de ensayo-error. Pero asumir esa característica como un simple problema técnico no tiene sentido; ya desde la factura, las diez canciones proponen acercarnos a un ejercicio pseudo artesanal, que se asemeja al formato de música en vivo, pues los instrumentos y la voz casi no parecen intervenidos. En ese sentido, la captura de lo musical en “Período” se vuelve un testimonio y no un registro lo-fi cualquiera.
Este detalle, el del sonido, distingue a “Período” como una obra alejada, adrede o no, del limpiecito panorama discográfico chileno. El disco entero es un crudo que además cuenta con otro distintivo: la narración íntima de la cantante. Es cierto, el ejercicio de publicar canciones como reflejo de un mundo interior marca la historia de la música popular, en la medida que siempre se trata de alguien que se dedica a exponer un libre pensamiento; sin embargo, aunque el estilo de Dadalú a simple vista aturde por ser hiperindividualista (ya que es la voz de Saldías la que interactúa consigo misma todo el tiempo), cada canción de “Período” sirve para componer un interesante cuadro de disgusto y malestar general.
Basta escuchar “Conmigo”, para entender que gran parte de las letras de este disco están al servicio del autocuestionamiento: “Aortas enrolladas no conocen su destino / necesito hablar con alguien / y al final siempre es conmigo”. Lo mismo se deduce en versos como “es mi cabeza que cree que yo soy la ilusa / a pesar de siempre salir ilesa/ no encuentro la balanza / oye Daniela escúchame que lo bueno va en alza” de “Pasa”, cuando el mensaje parece una conversación frente al espejo. La confesión, entonces, pasa a ser la herramienta principal con la que juega Dadalú para exponer sus vivencias en distintos planos. Está lo amoroso en canciones como “Gracias” o “Te quiero tanto” y también está el optimismo de “Brilla” o “Esperar”, cortes que se oponen a sentimientos más oscuros como los de “No sé empezar” o “Tengo”, único momento en donde la relación período-menstruación se transparenta, porque no está de más subrayar que si la portada de este disco fuese otra, nadie hablaría casi por obligación de la regla como un supuesto eje del álbum.
Lo interesante es que hasta aquí sería sencillo calificar a “Período” como una manifestación más del egocentrismo que abunda entre las voces locales. No obstante, la pregunta se abre, pues con Dadalú se demuestra cómo se puede tensionar el discurso íntimo y el arrebato individualista, compararlos y ver hasta qué punto la creación artística puede evidenciar el malestar por un contexto como el nuestro. En un país en donde todos quieren ser jefes, en donde la mentalidad de gerente se obedece hasta en la vida privada, la reflexión por los tropiezos y por las pérdidas es un bicho raro, una mancha en el orden prolijo que todos seguimos. Por eso “Período” es un disco incómodo y nada fácil de encasillar.
Ejemplos de lo anterior son canciones como “Se necesita vendedora” o “Por favor”. La primera dibuja la angustia de aquel que no encaja en la mecánica del día a día, en los roles excluyentes que se deben adoptar para cumplir metas y lograr el éxito: “mi duda es gigante para algunas cosas me siento fantástica / pero esas cosas no cuentan dentro de estadísticas / de números y maneras /no se nada de unas platas /no soy contadora / tengo miedo tengo miedo /¿qué viene ahora?”. Mientras, en la segunda se mofa sin tapujos del divismo primitivo de la música nacional, que generalmente llora la poca difusión mediática, pero que es tratada como reina en las páginas de nuestros diarios y revistas (y para qué decir en los medios virtuales): “Se nota tanto que negociaste /no puedo creer que lleguen a inflarte/ Tu single es copiado al igual que tu ropa/Todo lo que te importa se coloca /No se si crees que somos estúpidos y creemos que tu arte es autentico” y sigue…
En consecuencia, “Período” es un álbum especialmente cuerdo, pues compone un discurso íntimo en tiempos de twitter, en donde toda la sobreexposición espontánea se deja ver absurda, innecesaria y vacía. La utilización de la primera persona en este disco es, a la inversa de lo que estamos acostumbrados, un modo de traspasar lo personal a un terreno movilizador, capaz de cuestionar lo natural, ya no desde la perspectiva ombliguista de un autor, sino que desde el carácter subjetivo de quien puede transformar su propia narración en el síntoma claro de un disgusto mayor y colectivo.

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