martes, octubre 05, 2010

Javiera Mena - Mena


El pop y el amor. No existe un tópico más manoseado a la hora de escribir tres minutos de efectismo radial que el amor y Javiera Mena no rompe ni intenta quebrar esa regla. Al contrario, en “Mena” la cantante prefiere escribir un disco corto, de tan sólo nueve canciones, para parasitar del amor durante un poco más de media hora. En ese ejercicio, la intérprete de “Hasta la verdad” despliega un aparente arsenal de producción electrónica, acompañado de un relato que la confirma como una adicta al lugar común del corazón roto y el placer adolescente.

Basta decir que “Mena” es un disco cebolla para resumir lo anterior. Sería interesante graficar el número de veces que las palabras amor, estrella, luz, sufrir y verdad se repiten, para asimilar el álbum en su naturaleza melodramática, llorona y digna de un arrebato de quinceañera. Al mismo tiempo, al estar dirigidas a un tú imaginario, las canciones parecen cartas de una heroína que se inventó un escenario galáctico-cursi para temas como “Primera estrella” o “Luz de piedra de luna”. La utilización de ese lenguaje funciona en dos dimensiones: por un lado, ubica a Javiera Mena al límite del cliché; pero por otro, define su estilo sin medias tintas. Por eso, si en “Esquemas Juveniles” (2006) parecía en apariencia alejada de otras solistas, con esta nueva producción la cantante opta por jugar sin remordimientos a ser una superestrella pop.

Algunos ejemplos aparecen en “No te cuesta nada” y “Sufrir”, dos de las canciones más lacrimosas del álbum. En la primera, el tono balada sirve para rogar al ser amado que defina sus emociones. “Palabras / que nos cambian la vida/ un sólo verso / y me cambia el sentimiento /de lo que significan” declara la cantante, acompañada de arreglos dramáticos que recuerdan a los clásicos de la radiofonía AM. En este mismo corte, Javiera Mena recurre a unos “así, así”, muletillas que vuelve a ocupar en “Sufrir”, esta vez con una intención aún más audaz con ese “así, así, así, let’s do it”. De hecho, es en el dúo con Jens Lekman cuando la chilena toca la cumbre del sentimentalismo de teleserie al inventarse figuras tipo “yo detecto que eres de platino”, para seguir con Porque ahora que lo pienso la verdad es así/ es difícil aceptar que hay que pasar por sufrir.

Hasta aquí, la actual Javiera Mena queda reducida a una copia extendida de su versión de Daniela Romo, “Yo no te pido la luna”. Es cierto que su pop electrónico carece de matices a lo largo de este nuevo disco, pero lo peligroso sería considerar que Mena sucumbió ante los modelos de escritura sobre las anécdotas amorosas. Y ahí sí que cuesta obviar que la cantante se compró la lógica exitista del amor, si pensamos que gran parte del álbum funciona según la idea de la conquista o la pérdida de un otro. Se tiene o se carece del ser querido y las canciones lo aplican a rajatabla. Sin embargo, cortes como “Ahondar en ti”, “Acá entera” o “Un audífono tú, un audífono yo” apuestan por narrar el amor desde sutiles divergencias, como aceptar la imposibilidad de retener al acompañante o el término de una relación. Esos son los únicos minutos en los que la placa se desvía (en una curva minúscula) del camino fácil elegido por su autora.

Mientras, todas las ficciones amorosas de “Mena” son expuestas en un formato de canción pop tradicional, que no olvida la importancia de los estribillos bien ubicados y en donde los arreglos de percusiones, sintetizadores y cuerdas confirman una y otra vez que cada canción fue diseñada para funcionar como un hit. Javiera Mena se fue a la segura y no le movió un pelo al estilo, considerando que todos los temas son inmediatos y destinados a dominar (según corresponda) las fiestas o el romance de sus seguidores. Ante eso, sólo queda agregar que la fórmula se repite con gracia y evidente solidez.

Por otro lado, no deja de ser hilarante que la producción del álbum siempre se subraye en las reseñas periodísticas aparecidas hasta ahora, como si se tratara de un trabajo mayor o por sobre la media de lo que en pleno 2010 y después de cuatro años de elaboración se pudiera alcanzar en Chile. Al margen de la discusión sobre “Mena”, la calificación del sonido de este álbum como de nivel internacional, o superior al oído de los chilenos, resulta asquerosamente arribista y pretencioso.

Después de meses de estrenos discográficos de músicos chilenos que prefieren la etiqueta “pop”, Javiera Mena se atrevió a ser la primera en escribir un álbum que cumple con todos los requisitos del género: estructuras sonoras directas, imposibles de no digerir, acompañadas de letras que exprimen la idea del amor y que deben funcionar en todos los segmentos de audiencia. Es el disco superventas anhelado, el negocio redondo, pero también el estreno que más censura el contrapunto musical y la oportunidad de ampliar el lenguaje sobre la temática, cuestión que aquí se aborda con total pasividad, pese a que la factura del resultado final insinúe lo contrario.

1 Comment: comentarios:

Anónimo dijo...

muy disco de Javiera.
me hubiera gustado un par de canciones mas si se me hace cortito pero el disco es re bueno la trilogía bailable es de culto